El fracaso del gobierno de conciliación de clases
El golpe de Estado perpetrado hace un mes por el Parlamento demuestra claramente el fracaso de un gobierno de conciliación de clases como fue el de Fernando Lugo.
El pasado
jueves 21 de junio a las 09:00 hs., diputados del Partido Colorado (el
principal de oposición), presentaron al Plenario de la Cámara de Diputados un
pedido de juicio político al entonces presidente Fernando Lugo “por mal desempeño
en sus funciones”.
Se aprobó por
73 votos a favor y 1 en contra, de un total de 80 diputados. El tema pasó ese
mismo día a la Cámara de Senadores que decidió sustanciar todo el juicio al día
siguiente. El viernes 22, a las 17:00 hs., el Senado dio a conocer su
veredicto: 39 senadores, de un total de 45, decidieron destituir a Lugo por mal
desempeño.
El entonces
presidente acató la sentencia, se declaró “un ciudadano más” y pidió calma a la
población. A las 19:00 hs. juró el nuevo presidente, el liberal Federico
Franco, quien hasta ese momento, fungía de vicepresidente.
En menos de 36 horas, en Paraguay se consumó un golpe de
Estado perpetrado por el Parlamento.
Claramente
fue un golpe de Estado. Los parlamentarios alteraron la voluntad de quien en
una democracia tiene la soberanía: el pueblo. Es el pueblo trabajador quien
debe juzgar y revocar el mandato de un presidente, si así lo decidiere. En el
juicio político a Lugo, se violaron principios democráticos básicos, pero
aunque así no hubiera sido, de todas maneras, la sentencia ya estaba decidida
de antemano.
Federico
Franco accedió a la presidencia producto de un complot altamente reaccionario
compuesto por cuatro sectores determinantes de la gran burguesía de Paraguay:
los gremios de empresarios, la cúpula episcopal de la Iglesia Católica, todos
los medios empresariales de comunicación de masas y todas las cúpulas de los
partidos de la derecha (tradicional y de los nuevos), que tienen el completo
control del Congreso.
En Paraguay,
a los tradicionales partidos de la derecha (Colorado y Liberal), se sumaron
unos nuevos, como los partidos Patria Querida (PPQ); Unión Nacional de
Ciudadanos Éticos (UNACE), del general golpista Lino Oviedo, y el Partido
Democrático Progresista (PDP), del ex ministro del Interior de Lugo, Rafael
Filizzola.
El golpe,
relámpago y efectivo, fue producto de un amplio acuerdo, conservador y
reaccionario. La acción del corrupto Parlamento paraguayo respondió a los
intereses de los grandes capitalistas del país, ligados, como socios menores, a
empresas trasnacionales.
Tiene claro
contenido reaccionario contra los intereses socioeconómicos y políticos
generales del pueblo trabajador, es decir, se endurece el régimen político
burgués contra el movimiento de masas. Inaugura un empeoramiento de las
condiciones políticas generales para el pueblo trabajador: mayor y más fácil
represión; robustecimiento y mayor impunidad para la represión policial y
judicial; mayor discrecionalidad para medidas antipopulares; más apoyo y
discrecionalidad para las patronales en general, para sus negocios y actos
contra el movimiento de masas y recortes de derechos sociales y económicos o
conquistas jurídicas.
Qué
era el gobierno de Lugo
Debemos
partir desde el principio. Lugo llegó al poder en abril de 2008 derrotando al
principal partido de la burguesía, el Partido Colorado, que gobernó
ininterrumpidamente durante 61 años. El pueblo colocó todas sus esperanzas y
aspiraciones en un proyecto político burgués y pro imperialista que se presentó
con cierto tinte “progresista”, porque tuvo el apoyo de amplios sectores del
movimiento de masas organizado y de la mayoría de los partidos de izquierda.
Gobernó cuatro años con el apoyo de una alianza entre el movimiento social y partidos de izquierda con uno de los principales partidos de la burguesía paraguaya, el Partido Liberal Radical Auténtico (el PLRA), partido que terminó siendo fundamental para el golpe artero, la estocada final.
Gobernó cuatro años con el apoyo de una alianza entre el movimiento social y partidos de izquierda con uno de los principales partidos de la burguesía paraguaya, el Partido Liberal Radical Auténtico (el PLRA), partido que terminó siendo fundamental para el golpe artero, la estocada final.
El de Lugo, fue
un gobierno de conciliación de clases y este tipo de gobierno es un engaño para
las mayorías empobrecidas ya que en una sociedad de explotación y opresión, que
genera y reproduce clases sociales, no se puede gobernar satisfaciendo al mismo
tiempo las demandas de empresarios y obreros, de latifundistas y sin tierras,
de ricos y pobres. No se puede estar “en el centro” y ser una “bisagra” entre
la derecha y la izquierda.
El de Lugo
era un gobierno burgués en el sentido estricto de la palabra, porque, al no
cuestionar la raíz y fuente de todos los problemas: el poder capitalista, y al
pretender disminuir “los excesos” del sistema con algunas “regulaciones”, se
colocó al servicio de la minoría.
Era un
gobierno burgués pero “anormal”, porque grandes sectores del pueblo pobre,
trabajador y de las organizaciones del pueblo organizado de campesinos y
obreros, así como sus expresiones políticas, lo veían como “su” gobierno, como
un gobierno del pueblo o de la Izquierda, y por eso lo apoyaban y asumen, hasta
hoy, su defensa.
También era
“anormal” porque organismos gremiales y políticos de la burguesía lo atacaron
siempre y hasta se ensañaron con él pero lo hacían para tenerlo a raya,
dándole, en forma permanente, la línea política que debía seguir.
El papel
principal del gobierno de conciliación de clases es seguir aplicando políticas
económicas que favorezcan a la burguesía, evitando “estallidos sociales” de
manera a garantizar la “paz social” que necesita la burguesía para seguir con
sus negocios llenando sus arcas de dinero.
Fue
precisamente lo que hizo el gobierno de Lugo/PLRA durante estos cuatro años.
Causas
del golpe
A un mes del
golpe, es ya indudable que sus causas radican en intereses económicos de la
burguesía nacional y en motivaciones políticas de clase o sectores de clase.
Lo central, en cuanto a las causas
es que Lugo dejó, paulatinamente, de ser útil a burgueses y grandes
propietarios en la tarea de contener las luchas sociales, fundamentalmente, la
histórica lucha por la tierra. En Paraguay, el 85% de las tierras está en manos
del 3% de los propietarios del país. La FAO sostiene que Paraguay tiene el
índice más alto del mundo en cuanto a concentración de la propiedad de la
tierra.
Cada vez
cumplía con menor efectividad la tarea de atajar al campesinado pobre del cual
se venían desprendiendo sectores que perdieron la paciencia -como el grupo de
Curuguaty-, y que se mostraban dispuestos a “morir matando” en la lucha y
resistencia por la tierra.
En Curuguaty,
a 240 kilómetros al noreste de la capital paraguaya, el 15 de junio (una semana
antes del golpe), murieron en un enfrentamiento 11 campesinos que ocupaban unas
tierras fiscales y 6 policías, de un grupo mayor que intentaba realizar un
allanamiento en el lugar.
El caso
Curuguaty fue un detonante que estimuló y aceleró el complot reaccionario que
ya venía incubándose y madurando a través de otros hechos que causaban
incomodidad creciente en los sectores más reaccionarios y poderosos.
Lo preocupante
del caso Curuguaty para la burguesía era que Lugo no sólo ya no podía ser el
efectivo dique de contención de las masas, sino que comenzaban a morir en
enfrentamientos miembros de la institución armada, encargada de velar por sus
intereses y garantizar sus ganancias. Tal labor está encomendada a la Policía y
las Fuerzas Armadas.
Se tornaba
inadmisible la situación de inestabilidad e imprevisibilidad para los negocios
de la burguesía que giran sobre la tierra y son centrales en la economía
capitalista del país.
Siendo el
problema de la tierra de carácter estructural, la masacre de Curuguaty hizo
sonar la alarma en los sectores más rancios y reaccionarios.
Enfrentamiento
con la derecha
La mayoría de
la izquierda paraguaya y latinoamericana caracteriza a Lugo como “progresista”
y sostiene que la causa del golpe fue que estaba enfrentando los privilegios de
los ricos y del imperialismo. El mismo Lugo explica los motivos del golpe con
dicha aseveración.
Dicen que la
derecha sacó a Lugo del poder porque quería impulsar la reforma agraria contra
la propiedad terrateniente, enfrentarse con las trasnacionales ligadas a los
agronegocios, oponerse a la instalación en Paraguay de la trasnacional Río
Tinto Alcan (empresa electrointensiva que produce aluminio), y hasta que
apoyaba la lucha de los campesinos sin tierra.
Todos sabemos
que nada de esto es verdad. En la realidad, no se avanzó un solo milímetro con
la reforma agraria y se negociaba un mejor precio de le energía eléctrica para
entregar la soberanía a la Río Tinto.
La decisión
de “golpearle” se dio en un momento en que Lugo estaba en abierto
debilitamiento del respaldo político de las masas que ya veían que no era “su”
gobierno y sentían en carne propia que no había mejoría en su calidad de vida.
Mientras los empresarios ligados al agronegocio, gracias a la “paz social” que les garantizaba Lugo, obtuvieron en 2010 ganancias récords y amasan fortunas, el pueblo trabajador pasa hambre. Actualmente 32,4% de la población es pobre y 18% vive en la extrema pobreza (menos de U$S 2 por día). En el campo, la pobreza llega a 50%.
Mientras los empresarios ligados al agronegocio, gracias a la “paz social” que les garantizaba Lugo, obtuvieron en 2010 ganancias récords y amasan fortunas, el pueblo trabajador pasa hambre. Actualmente 32,4% de la población es pobre y 18% vive en la extrema pobreza (menos de U$S 2 por día). En el campo, la pobreza llega a 50%.
En
definitiva, fue el propio Lugo el que preparó el terreno, facilitó y capituló
vergonzosamente ante el golpe de la derecha reaccionaria paraguaya.
Favores
a la burguesía
Lugo y el
conglomerado de partidos de la izquierda luguista -el Frente Guasu-, prestaron
valiosos servicios a la burguesía y al imperialismo, producto de la política de
conciliación de clases.
El favor más
grande e importante fue la desmovilización de las organizaciones populares y la
cooptación de la dirigencia de amplios sectores del movimiento de masas –social
y política-, cumpliendo así, con gran eficiencia, el papel de contener al
movimiento y conducirlo por la vía muerta de los corredores de las oficinas
públicas para intentar llegar a sus reivindicaciones, que nunca fueron
atendidas ni alcanzadas.
El
neoliberalismo aplicado por Lugo, con alta criminalización y represión, además
de las promesas incumplidas y las nulas medidas socio-económicas de cambios
reales para el pueblo trabajador, fue haciéndole perder el respaldo
incondicional a nivel de las masas populares. Aunque logró retener el apoyo
político de los núcleos dirigenciales del movimiento campesino y otros sectores
integrados al aparato estatal, era notoria la caída del apoyo popular de masas
a su gobierno.
Tanta fue la
eficacia del papel de dique de contención, que llegado el momento de salir a
luchar contra la ofensiva de la derecha -que culminó con el golpe
parlamentario-, el movimiento se encontraba desmovilizado, desmoralizado y
confundido.
Coronamiento
de una derrota
El golpe
parlamentario fue una derrota para el movimiento de masas. En realidad, fue el
coronamiento de una derrota ya iniciada durante el gobierno de Lugo, que cooptó
al gobierno a los principales dirigentes del movimiento y desmovilizó a las
organizaciones populares. Fue una derrota incubada en la nefasta política de la
conciliación con sectores burgueses “progresistas y democráticos” y con la
adaptación al régimen democrático burgués.
Durante su
gobierno, Lugo garantizó la propiedad y ganancias récord para la burguesía y,
en contrapartida, ninguna reivindicación histórica del movimiento fue ni
siquiera encaminada. Ni ante esta situación los dirigentes llamaron a
movilizaciones de protestas, a bloqueos de rutas, a ocupaciones de tierra,
métodos de lucha normalmente utilizados en todos los gobiernos anteriores.
Y no hubo
lucha ni resistencia popular porque el gobierno de Lugo, en sus casi cuatro
años de gobierno había conseguido su objetivo central: confundir, desmovilizar
y desmoralizar al movimiento social.
Por eso hay que resaltar en forma permanente la labor esencial que cumplieron Lugo y el luguismo y su responsabilidad en este golpe.
Por eso hay que resaltar en forma permanente la labor esencial que cumplieron Lugo y el luguismo y su responsabilidad en este golpe.
Continuidad
del papel desmovilizador
Una vez
consumado el golpe, la posición de Lugo y el Frente Guasu fue de completa y
vergonzosa capitulación. Aceptaron sumisa y pasivamente el golpe de la derecha.
En su afán de
seguir en la palestra denuncia a Federico Franco y su gobierno como golpistas,
pero a la vez, para desinflar cualquier tipo de lucha popular, insiste en que
la resistencia debe ser “pacífica” y “respetuosa de las leyes” y convoca, como
máximo, a festivales musicales por “¡Democracia ya!”
Lugo no tiene
ningún interés en enfrentar el golpe con movilización porque, como todos los
demás sectores burgueses, quiere evitar cualquier tipo de inestabilidad y
desviar toda la crisis hacia las elecciones, que ya están convocadas para el 21
de abril de 2013.
El Frente
Guasu también tiene como única mira las próximas elecciones y mantiene su
planteamiento de reeditar la propuesta de amarrarse a Lugo, ahora encabezando
la lista de senadores y con un programa de conciliación de clases igual al que
sostuvieron durante los cuatro años de gobierno.
¿Para qué,
entonces, salir a las calles a resistir, luchar y arriesgarse a enfrentar la
represión de un gobierno golpista para defender a alguien que ni se defiende a
sí mismo?
La política
de Lugo y el Frente Guasu a la vez que legitima el golpe parlamentario continúa
cumpliendo el papel desmovilizador y desmoralizador
La
tarea del momento
La tarea central en este momento es
reposicionar a las organizaciones del movimiento de masas retomando el camino
de las luchas y la necesaria independencia política para enfrentar y derrotar
al golpe con la movilización unitaria y coordinada de las organizaciones
campesinas, sindicales, estudiantiles, populares.
El gobierno
golpista ya determinó su ruta de profundización de las políticas hambreadoras,
entreguistas y represivas. Al movimiento no le queda otra salida más que
resistir al gobierno ilegítimo y no permitir que la salida golpista se
fortalezca, pues viene a terminar de liquidar a las diversas organizaciones del
movimiento de masas que aún resisten.
Es también una tarea central la discusión de un balance del gobierno de conciliación de clases de Lugo y la izquierda luguista, su papel desmovilizador y su contribución a la asimilación de las organizaciones de la clase trabajadora al Estado y al régimen burgués.
Es también una tarea central la discusión de un balance del gobierno de conciliación de clases de Lugo y la izquierda luguista, su papel desmovilizador y su contribución a la asimilación de las organizaciones de la clase trabajadora al Estado y al régimen burgués.
Un balance
profundo de lo que implicó el gobierno de Lugo y rectificar rumbos hacia la
independencia de clase es el primer paso para retomar la senda clasista y de
lucha por la única salida que tiene la clase trabajadora y el pueblo pobre: un
gobierno obrero, campesino y popular que inicie la edificación de un Paraguay
socialista revolucionario.
5 anexos — Baixar todos os anexos
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