Para
tener esperanza: José “Pepe” Mujica
(Presidente
Uruguay)
Discurso
hacia los intelectuales uruguayos:
“Queridos
amigos:
La
vida ha sido extraordinariamente generosa
conmigo.
Me
ha dado un sinfín de satisfacciones más allá
de lo que nunca me hubiera
atrevido
a soñar.
Casi
todas son inmerecidas. Pero ninguna más que
la de hoy: encontrarme ahora aquí, en el
corazón de la democracia uruguaya, rodeado
de cientos de cabezas pensantes.
¡Cabezas
pensantes! A diestra y siniestra.
Cabezas
pensantes a troche
y moche, cabezas pensantes pa’
tirar pa’
arriba.
¿Se
acuerdan de Rico Mac
Pato, aquel tío millonario del pato Donald
que nadaba en una piscina llena de billetes?
El
tipo había desarrollado una sensualidad
física por el dinero.
Me
gusta pensarme como alguien que le gusta
darse baños en piscinas llenas de
inteligencia ajena, de cultura ajena, de
sabiduría ajena.
Cuanto
más ajena, mejor.
Cuanto
menos coincide con mis pequeños saberes,
mejor.
El
semanario BÚSQUEDA tiene una hermosa frase
que usa como insignia:
“Lo
que digo no lo digo como hombre sabedor,
sino buscando junto con vosotros”.
Por
una vez estamos de acuerdo.
¡Si
estaremos de acuerdo!
Lo
que digo, no lo digo como chacarero sabiondo,
ni como payador leído, lo digo buscando con
ustedes.
Lo digo,
buscando, porque sólo los ignorantes
creen que la verdad es definitiva y
maciza, cuando apenas es provisoria y
gelatinosa.
Hay
que buscarla porque anda corriendo de
escondite en escondite.
Y pobre del
que emprenda en soledad esta cacería.
Hay
que hacerlo con ustedes, con los que han
hecho del trabajo intelectual la razón de su
vida. Con los que están aquí y con los
muchos más que no están.
DE TODAS LAS
DISCIPLINAS
Si
miran para el costado van a encontrar
seguramente algunas caras conocidas porque
se trata de gente que se desempeña en
espacios de trabajo afines. Pero van a
encontrar mucho más caras que les son
desconocidas, porque la regla de esta
convocatoria ha sido la heterogeneidad.
Aquí
están los que se dedican a trabajar con
átomos y moléculas y los que se dedican a
estudiar las reglas de la producción y el
intercambio en la sociedad.
Hay
gente de las ciencias básicas y de su casi
antípoda, las ciencias sociales; gente de la
biología y del teatro, y de la música, de la
educación, del derecho y del carnaval.
Y
en tren de que no falte nada, hay gente de
la economía, de la macroeconomía, de la
microeconomía, de la economía comparada y
hasta alguno de la economía doméstica.
Todas cabezas
pensantes, pero que piensan en distintas
cosas y pueden contribuir desde sus
distintas disciplinas a mejorar este
país.
Y
mejorar este país significa muchas cosas,
pero desde los acentos que queremos para
esta jornada, mejorar el país significa
empujar los complejos procesos
que multipliquen por mil el poderío
intelectual que aquí está reunido.
Mejorar el
país, significa que dentro de veinte
años, para un acto como este no alcance
el Estadio Centenario, porque al Uruguay
le salen ingenieros, filósofos y
artistas hasta por las orejas.
No
es que queramos un país que bata los récords
mundiales por el puro placer de hacerlo.
Es porque
está demostrado que, una vez que la
inteligencia adquiere un cierto grado de
concentración en una sociedad, se hace
contagiosa.
INTELIGENCIA
DISTRIBUIDA
Si
un día llenamos estadios de gente formada va
a ser porque afuera, en la sociedad, hay
cientos de miles de uruguayos que han
cultivado su capacidad de pensar.
La
inteligencia que le rinde a un país es
la inteligencia distribuida.
Es la que no
está sólo guardada en los laboratorios o
las universidades, sino la que anda por
la calle.
La
inteligencia que se usa para sembrar, para
tornear, para manejar un autoelevador
o para programar una computadora.
Para
cocinar, para atender bien a un turista, es
la misma inteligencia.
Unos subirán
más escalones que otros, pero es la
misma escalera.
Y los
peldaños de abajo son los mismos para la
física nuclear que para el manejo de un
campo. Para todo se precisa la misma
mirada curiosa, hambrienta de
conocimiento y muy inconformista.
Se
termina sabiendo, porque antes supimos
estar incómodos por no saber.
Aprendemos
porque tenemos picazón y eso se adquiere
por contagio cultural, casi cuando
abrimos los ojos al mundo.
Sueño con un
país en el que los padres le muestren el
pasto a los hijos chicos y le digan: “¿Sabés
qué es eso?, es una planta procesadora
de la energía del sol y de los minerales
de la tierra”.
O que
les muestren el cielo estrellado y hagan
piecito en ese espectáculo para hacerlos
pensar en los cuerpos celestes, en la
velocidad de la luz y en la
transmisión de las ondas.
Y
no se preocupen, que esos uruguayos chicos
igual van a seguir jugando al fútbol. Sólo
que, en una de esas, mientras ven picar la
pelota puedan pensar
a la vez en la elasticidad de los materiales
que la hacen rebotar.
CAPACIDAD DE
INTERROGARSE
Había
un dicho: “No le des pescado a un niño,
enséñale a pescar”.
Hoy
deberíamos decir: “No le des un dato al
niño, enséñale a pensar”.
Tal
como vamos, los depósitos de conocimiento no
van a estar más dentro de nuestras cabezas,
sino ahí afuera, disponibles para buscarlos
por Internet.
Ahí
va a estar toda la información, todos los
datos, todo lo que ya se sabe.
En
otras palabras, van a estar todas las
respuestas.
Lo
que no van a estar son todas las preguntas.
En la
capacidad de interrogarse va a estar la
cosa.
En la
capacidad de formular preguntas
fecundas, que disparen nuevos esfuerzos
de investigación y aprendizaje.
Y eso
está allá abajo, marcado casi en el hueso de
nuestra cabeza, tan hondo que casi no
tenemos conciencia. Simplemente aprendemos a
mirar el mundo
con un signo de interrogación, y esa se
vuelve la manera natural de mirar el mundo.
Se
adquiere temprano y nos acompaña toda la
vida.
Y sobre todo,
queridos amigos, se contagia.
En todos los
tiempos, han sido ustedes, los que se
dedican a la actividad intelectual, los
encargados de desparramar la semilla.
O
para decirlo con palabras que nos son
muy queridas: ustedes han sido los
encargados de encender la admirable
alarma.
Por
favor, vayan y contagien.
¡No perdonen
a nadie!
Necesitamos
un tipo de cultura que se propague en el
aire, entre en los hogares, se cuele en las
cocinas y esté hasta en el cuarto de baño.
Cuando
se consigue eso, se ganó el partido casi
para siempre. Porque se quiebra la ignorancia
esencial que hace débiles a muchos, una
generación tras
otra.
EL CONOCIMIENTO ES
PLACER
Necesitamos
masificar la inteligencia, primero que nada
para hacernos productores más potentes. Y
eso es casi una cuestión de supervivencia.
Pero
en esta vida, no se trata sólo de producir:
también hay que disfrutar.
Ustedes
saben mejor que nadie que en el conocimiento
y la cultura no sólo hay esfuerzo sino
también placer.
Dicen que la
gente que trota por la rambla, llega un
punto en el que entra en una especie de
éxtasis donde ya no existe el cansancio
y sólo queda el placer.
Creo que con
el conocimiento y la cultura pasa lo
mismo. Llega un punto donde estudiar, o
investigar, o aprender, ya no es un
esfuerzo y es puro disfrute.
¡Qué
bueno sería que estos manjares estuvieran a
disposición de mucha gente!
Qué
bueno sería, si en la canasta de la calidad
de la vida que el Uruguay puede ofrecer a su
gente, hubiera una buena cantidad de
consumos intelectuales.
No porque sea
elegante sino porque es placentero.
Porque
se disfruta, con la misma intensidad con la
que se puede disfrutar un plato de
tallarines.
¡No hay una
lista obligatoria de las cosas que nos
hacen felices!
Algunos
pueden pensar que el mundo ideal es un lugar
repleto de shopping
centers.
En
ese mundo la gente es feliz porque todos
pueden salir llenos de bolsas de ropa nueva
y de cajas de electrodomésticos…
No tengo nada
contra esa visión, sólo digo que no es
la única posible.
Digo
que también podemos pensar en un país donde
la gente elige arreglar las cosas en lugar
de tirarlas, elige un auto chico en lugar de
un auto grande, elige abrigarse en lugar de
subir la calefacción.
Despilfarrar
no es lo que hacen las sociedades más
maduras. Vayan a Holanda y vean las
ciudades repletas de bicicletas. Allí se
van a dar cuenta de que el
consumismo no es la elección de la
verdadera aristocracia de la humanidad.
Es la elección de los noveleros y los
frívolos.
Los
holandeses andan en bicicleta, las usan para
ir a trabajar pero también para ir a los
conciertos o a los parques.
Porque
han llegado a un nivel en el que su
felicidad cotidiana se alimenta tanto de
consumos materiales como intelectuales.
Así que
amigos, vayan y contagien el placer por
el conocimiento.
En
paralelo, mi modesta contribución va a ser
tratar de que los uruguayos anden de bicicleteada
en bicicleteada…
INCONFORMISMO
Les
pedía antes que contagien la mirada curiosa
del mundo, que está en el ADN del trabajo
intelectual.
Y ahora
agrando el pedido y les ruego que
contagien inconformismo.
Estoy
convencido que este país necesita una nueva
epidemia de inconformismo como la que los
intelectuales generaron décadas atrás.
En
el Uruguay, los que estamos en el espacio
político de la izquierda somos hijos o
sobrinos de aquel semanario Marcha del gran
Carlos Quijano.
Aquella
generación de intelectuales se había
impuesto a sí misma la tarea de ser la
conciencia crítica de la nación.
Anduvieron con alfileres en la mano
pinchando globos y desinflando mitos.
Sobre
todo el mito del Uruguay multicampeón.
Campeón
de la cultura, de la educación, del
desarrollo social y de la democracia.
¡Qué
íbamos a ser campeones de nada! Y menos en
esos años, en las décadas de los cincuenta y
sesenta, donde el único récord que supimos
conseguir fue la del país de Latinoamérica
que menos creció en veinte años.
Sólo
nos superó Haití en ese ranking.
Esos
intelectuales ayudaron a demoler aquel
Uruguay de la siesta conformista.
Con todos sus
defectos, preferimos esta etapa, donde
estamos más humildes y ubicados en la
real estatura que tenemos en el mundo.
Pero
tenemos que recuperar aquel inconformismo y
tratar de metérselo debajo de la piel al
Uruguay entero.
Antes les
decía que la inteligencia que le sirve a
un país es la inteligencia distribuida.
Ahora
les digo que el inconformismo que le
sirve a un país es el inconformismo
distribuido.
El que
ha invadido la vida de todos los días y nos
empuja a preguntarnos si lo que estoy
haciendo no se puede hacer mejor.
El
inconformismo está en la naturaleza
misma del trabajo que ustedes hacen.
Se precisa
que se nos haga a todos una segunda
naturaleza.
Una
cultura del inconformismo es la que no nos
deja parar hasta conseguir más kilos por
hectárea de trigo o más litros por vaca
lechera.
Todo,
absolutamente todo, se puede hacer hoy
un poco mejor que ayer.
Desde tender
la cama de un hotel a matrizar un
circuito integrado.
Necesitamos
una epidemia de inconformismo. Y eso también
es cultural, eso también se irradia desde el
centro intelectual de la sociedad a su
periferia.
Es
el inconformismo el que ha ganado el respeto
a pequeñas sociedades y a lo que hacen.
Ahí andan los
suizos, cuatro gatos locos como
nosotros, que se dan el lujo de andar
por ahí vendiendo calidad suiza o
precisión suiza.
Yo
diría que lo que de verdad venden es
inteligencia e inconformismo suizos, ese
que tienen desparramado por toda la
sociedad.
LA EDUCACION ES EL
CAMINO…
Y amigos, el
puente entre este hoy y ese mañana que
queremos tiene un nombre y se llama
educación.
Y
mire que es un puente largo y difícil de
cruzar.
Porque una
cosa es la retórica de la educación y
otra cosa es que nos decidamos a hacer
los sacrificios que implica lanzar un
gran esfuerzo educativo y sostenerlo en
el tiempo.
Las
inversiones en educación son de
rendimiento lento, no le lucen a ningún
gobierno, movilizan resistencias y
obligan a postergar otras demandas.
Pero hay que
hacerlo.
Se lo debemos
a nuestros hijos y nietos.
Y hay que
hacerlo ahora, cuando todavía está
fresco el milagro tecnológico de
Internet y se abren oportunidades nunca
vistas de acceso al conocimiento.
Yo
me crié con la radio, vi
nacer la televisión, después la televisión
en colores, después las transmisiones por
satélite.
Después
resultó que en mi televisor aparecían
cuarenta canales, incluidos los que
trasmitían en directo desde Estados Unidos,
España e Italia.
Después
los celulares y después la computadora, que
al principio sólo servía para procesar
números.
Cada
una de esas veces, me quedé con la boca
abierta.
Pero
ahora con Internet se me agotó la capacidad
de sorpresa.
Me siento
como aquellos humanos que vieron una
rueda por primera vez.
O
como los que vieron el fuego por primera
vez.
Uno siente
que le tocó en suerte vivir un hito en
la historia.
Se
están abriendo las puertas de todas las
bibliotecas y de todos los museos; van a
estar a disposición, todas las revistas
científicas y todos los libros del mundo. Y
probablemente todas las películas y todas
las músicas del mundo. Es abrumador.
Por
eso necesitamos que todos los uruguayos y
sobre todo los uruguayitos sepan nadar
en ese torrente.
Hay que
subirse a esa corriente y navegar en
ella como pez en el agua.
Lo
conseguiremos si está sólida esa matriz
intelectual de la que hablábamos antes.
Si nuestros
chiquilines saben razonar en orden y
saben hacerse las preguntas que valen la
pena.
Es como una
carrera en dos pistas, allá arriba en el
mundo el océano de información, acá
abajo preparándonos para la navegación
trasatlántica.
Escuelas
de tiempo completo, facultades en el
interior, enseñanza terciaria masificada.
Y
probablemente, inglés desde el preescolar en
la enseñanza pública.
Porque el
inglés no es el idioma que hablan los
yanquis, es el idioma con el que los
chinos se entienden con el mundo.
No podemos
estar afuera. No podemos dejar afuera a
nuestros chiquilines.
Esas son las
herramientas que nos habilitan a
interactuar con la explosión universal
del conocimiento.
Este mundo
nuevo no nos simplifica la vida, nos la
complica.
Nos
obliga a ir más lejos y más hondo en la
educación.
No
hay tarea más grande delante de
nosotros.
EL IDEALISMO AL
SERVICIO DEL ESTADO
Queridos
amigos, estamos en tiempos electorales.
En
benditos y malditos tiempos electorales.
Malditos,
porque nos ponen a pelear y a correr
carreras entre nosotros.
Benditos,
porque nos permiten la convivencia
civilizada.
Y
otra vez benditos, porque con todas sus
imperfecciones, nos hacen dueños de
nuestro destino. Aquí todos
aprendimos que es preferible la peor
democracia a la mejor dictadura.
En
los tiempos electorales, todos nos
organizamos en grupos, fracciones y
partidos, nos rodeamos de técnicos y
profesionales, y desfilamos frente al
soberano.
Hay
adrenalina y entusiasmo.
Pero
después, alguien gana y alguien pierde.
Y
eso no debería ser un drama.
Con
unos o con otros, la democracia uruguaya
seguirá su camino e irá encontrando las
fórmulas hacia el bienestar.
Nos
toque el lugar que nos toque, allí vamos a
estar tratando de poner el hombro.
Y
estoy seguro de que ustedes también.
La sociedad,
el Estado y el Gobierno precisan de sus
muchos talentos.
Y
precisan aún más de su actitud idealista.
Los que
estamos aquí, nos acercamos a la
política para servir, NO para servirnos
del Estado.
La
buena fe es nuestra única
intransigencia. Casi todo lo demás es
negociable.
Gracias por
acompañarme”.
____________________________
José
Mujica
es el Presidente de Uruguay desde marzo de 2010 y
su característica es ser un generador de opinión
con una novedosa capacidad de diálogo con la
sociedad. En particular, se destacó por sus
expresiones curiosas, sus comentarios
sorprendentes y sus "salidas de tono". Esto gustó
en muchos sectores de la ciudadanía, por la
franqueza de los planteamientos.
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