terça-feira, 31 de agosto de 2010

Llegué a estar muerto, pero resucité

ENTREVISTA A FIDEL CASTRO


---Supe por el libro de López Obrador del saqueo y decidí escribir sobre
ello
Carlos Salinas es muy hábil; llegué a pensar que nunca trató de engañarme
---No dudo que más pronto de lo que imaginan habrá en México grandes cambios
---Hay que persuadir a Obama de que evite la guera nuclear
---No quiero estar ausente en estos días. El mundo está en la fase más
interesante y peligrosa de su existencia y yo estoy bastante
comprometido con lo que vaya a pasar. Tengo cosas que hacer todavía
---Puntualiza que su lucha principal ahora es crear un movimiento
antiguerra nuclear

por Carmen Lira Saade


La Habana. Estuvo cuatro años debatiéndose entre la vida y la muerte.
En un entrar y salir del quirófano, entubado, recibiendo alimentos a
través de venas y catéteres y con pérdidas frecuentes del conocimiento.

Mi enfermedad no es ningún secreto de Estado, habría dicho poco antes
de que ésta hiciera crisis y lo obligara a hacer lo que tenía que
hacer: delegar sus funciones como presidente del Consejo de Estado y,
consecuentemente, como comandante en jefe de las fuerzas armadas de Cuba.

No puedo seguir más, admitió entonces -según revela en ésta su primera
entrevista con un medio impreso extranjero desde entonces-. Hizo el
traspaso del mando, y se entregó a los médicos.

La conmoción sacudió a la nación entera, a los amigos de otras partes;
hizo abrigar esperanzas revanchistas a sus detractores, y puso en
estado de alerta al poderoso vecino del norte. Era el 31 de julio de
2006 cuando dio a conocer, de manera oficial, la carta de renuncia del
máximo líder de la Revolución cubana.

Lo que no consiguió en 50 años su enemigo más feroz (bloqueos,
guerras, atentados ) lo alcanzó una enfermedad sobre la que nadie
sabía nada y se especulaba todo. Una enfermedad que al régimen, lo
aceptara o no, iba a convertírsele en secreto de Estado.

(Pienso en Raúl, en el Raúl Castro de aquellos momentos. No era sólo
el paquete que le habían confiado casi de buenas a primeras, aunque
estuviera acordado de siempre; era la delicada salud de su compañera
Vilma Espín -quien poco después fallecería víctima de cáncer-, y la
muy probable desaparición de su hermano mayor y jefe único en lo
militar, en lo político, en lo familiar.)

Hoy hace 40 días Fidel Castro reapareció en público de manera
definitiva, al menos sin peligro aparente de recaída. En un clima
distendido y cuando todo hace pensar que la tormenta ha pasado, el
hombre más importante de la Revolución cubana luce rozagante y vital,
aunque no domine del todo los movimientos de sus piernas.

Durante alrededor de cinco horas que duró la charla-entrevista
-incluido el almuerzo- con La Jornada, Fidel aborda los más diversos
temas, aunque se obsesione con algunos en particular. Permite que se
le pregunte de todo -aunque el que más interrogue sea él- y repasa por
primera vez y con dolorosa franqueza algunos momentos de la crisis de
salud que sufrió los pasados cuatro años.

Llegué a estar muerto, revela con una tranquilidad pasmosa. No
menciona por su nombre la divertículis que padeció ni se refiere a las
hemorragias que llevaron a los especialistas de su equipo médico a
intervenirlo en varias o muchas ocasiones, con riesgo de perder la
vida en cada una.

Pero en lo que sí se explaya es en el relato del sufrimiento vivido. Y
no muestra inhibición alguna en calificar la dolorosa etapa como un
calvario.

Yo ya no aspiraba a vivir, ni mucho menos... Me pregunté varias veces
si esa gente (sus médicos) iban a dejarme vivir en esas condiciones o
me iban a permitir morir... Luego sobreviví, pero en muy malas
condiciones físicas. Llegué a pesar cincuenta y pico de kilogramos.

Sesenta y seis kilogramos, precisa Dalia, su inseparable compañera que
asiste a la charla. Sólo ella, dos de sus médicos y otros dos de sus
más cercanos colaboradores están presentes.

-Imagínate: un tipo de mi estatura pesando 66 kilos. Hoy alcanzo ya
entre 85 y 86 kilos, y esta mañana logré dar 600 pasos solo, sin
bastón, sin ayuda.

Quiero decirte que estás ante una especie de re-su-ci-ta-do, subraya
con cierto orgullo. Sabe que además del magnífico equipo médico que lo
asistió en todos estos años, con el que se puso a prueba la calidad de
la medicina cubana, ha contado su voluntad y esa disciplina de acero
que se impone siempre que se empeña en algo.

-No cometo nunca la más mínima violación -asegura-. De más está decir
que me he vuelto médico con la cooperación de los médicos. Con ellos
discuto, pregunto (pregunta mucho), aprendo (y obedece)...

Conoce muy bien las razones de sus accidentes y caídas, aunque insiste
en que no necesariamente unas llevan a las otras. La primera vez fue
porque no hice el calentamiento debido, antes de jugar basquetbol.
Luego vino lo de Santa Clara: Fidel bajaba de la estatua del Che,
donde había presidido un homenaje, y cayó de cabeza. Ahí influyó que
los que lo cuidan a uno también se van poniendo viejos, pierden
facultades y no se ocuparon, aclara.

Sigue la caída de Holguín, también cuan grande es. Todos estos
accidentes antes de que la otra enfermedad hiciera crisis y lo dejara
por largo tiempo en el hospital.

Tendido en aquella cama, sólo miraba a mi alrededor, ignorante de
todos esos aparatos. No sabía cuánto tiempo iba a durar ese tormento y
de lo único que tenía esperanza es de que se parara el mundo, seguro
para no perderse de nada. Pero resucité, dice ufano.

-Y cuando resucitó, comandante, ¿con qué se encontró? -le pregunto.

-Con un mundo como de locos... Un mundo que aparece todos los días en
la televisión, en los periodicos, y que no hay quien entienda, pero el
que no me hubiera querido perder por nada del mundo -sonríe divertido.

Con una energía sorprendente en un ser humano que viene levantándose
de la tumba -como él dice- y con la mismísima curiosidad intelectual
de antes, Fidel Castro se pone al día.

Dicen, los que lo conocen bien, que no hay un proyecto, colosal o
milimétrico, en el que no se empeñe con una pasión encarnizada y que
en especial lo hace si tiene que enfrentarse a la adversidad, como
había sido y era el caso.

Nunca como entonces parece de mejor humor. Alguien que cree conocerlo
bien le dijo: las cosas deben andar muy mal, porque usted está rozagante.

La tarea de acumulación informativa cotidiana de este sobreviviente
comienza desde que despierta. A una velocidad de lectura que nadie
sabe con qué método consigue, devora libros; se lee entre 200 y 300
cables informativos por día; está pendiente y al momento de las nuevas
tecnologías de la comunicación; se fascina con Wikileaks, la garganta
profunda del Internet, famosa por la filtración de más de 90 mil
documentos militares sobre Afganistán, en los que este nuevo navegante
está trabajando.

-¿Te das cuenta, compañera, de lo que esto significa? -me dice-.
Internet ha puesto en manos de nosotros la posibilidad de comunicarnos
con el mundo. Con nada de esto contábamos antes -comenta, al tiempo
que se deleita viendo y seleccionando cables y textos bajados de la
red, que tiene sobre el escritorio: un pequeño mueble, demasiado
pequeño para la talla (aun disminuida por la enfermedad) de su ocupante.

-Se acabaron los secretos, o al menos eso pareciera. Estamos ante un
periodismo de investigación de alta tecnología, como lo llama el New
York Times, y al alcance de todo el mundo.

-Estamos ante el arma más poderosa que haya existido, que es la
comunicación -ataja-. El poder de la comunicación ha estado, y está,
en manos del imperio y de ambiciosos grupos privados que hicieron uso
y abuso de él. Por eso los medios han fabricado el poder que hoy ostentan.

Lo escucho y no puedo menos que pensar en Chomsky: cualquiera de las
trapacerías que el imperio intente debe contar antes con el apoyo de
los medios, principalmente periódicos y televisión, y hoy,
naturalmente, con todos los instrumentos que ofrece la Internet.

Son los medios los que antes de cualquier acción crean el concenso.
Tienden la cama, diríamos... Acondicionan el teatro de operaciones.

Sin embargo, acota Fidel, aunque han pretendido conservar intacto ese
poder, no han podido. Lo están perdiendo día con día. En tanto que
otros, muchos, muchísimos, emergen a cada momento.

Se hace entonces un reconocimiento a los esfuerzos de algunos sitios y
medios, además de Wikileaks: por el lado latinoamericano, a Telesur de
Venezuela, a la televisión cultural de Argentina, el Canal Encuentro,
y a todos aquellos medios, públicos o privados, que enfrentan a
poderosos consorcios particulares de la región y a trasnacionales de
la información, la cultura y el entretenimiento.

Informes sobre la manipulación de los poderosos grupos empresariales
locales o regionales, sus complots para entronizar o eliminar
gobiernos o personajes de la política, o sobre la tiranía que ejerce
el imperio a través de las trasnacionales, están ahora al alcance de
todos los mortales.

Pero no de Cuba, que apenas dispone de una entrada de Internet para
todo el país, comparable a la que tiene cualquier hotel Hilton o Sheraton.

Ésa es la razón por la que conectarse en Cuba es desesperante. La
navegación es como si se hiciera en cámara lenta.

-¿Por qué es todo esto? -pegunto.

-Por la negativa rotunda de Estados Unidos a darle acceso a lnternet a
la isla, a través de uno de los cables submarinos de fibra óptica que
pasan cerca de las costas. Cuba se ve obligada, en cambio, a bajar la
señal de un satélite, lo que encarece mucho más el servicio que el
gobierno cubano ha de pagar, e impide disponer de un mayor ancho de
banda que permita dar acceso a muchos más usuarios y a la velocidad
que es normal en todo el mundo, con la banda ancha.

Por estas razones el gobierno cubano da prioridad para conectarse no a
quienes pueden pagar por el costo del servicio, sino a quienes más lo
necesitan, como médicos, académicos, periodistas, profesionistas,
cuadros del gobierno y clubes de Internet de uso social. No se puede más.

Pienso en los descomunales esfuerzos del sitio cubano Cubadebate para
alimentar al interior y llevar hacia el exterior la información del
país, en las condiciones existentes. Pero, según Fidel, Cuba podrá
solucionar pronto esta situación.

Se refiere a la conclusión de las obras de cable submarino que se
tiende del puerto de La Guaira, en Venezuela, hasta las cercanías de
Santiago de Cuba. Con estas obras, llevadas adelante por el gobierno
de Hugo Chávez, la isla podrá disponer de banda ancha y posibilidades
de acometer una gran ampliación del servicio.

-Muchas veces se ha señalado a Cuba, y en particular a usted, de
mantener una posición antiestadunidense a rajatabla, y hasta han
llegado a acusarlo de guardar odio hacia esa nación -le digo.

-Nada de eso -aclara-. ¿Por qué odiar a Estados Unidos, si es sólo un
producto de la historia?

Pero, en efecto: hace apenas como 40 días, cuando todavía no había
terminado de resucitar se ocupó -para variar-, en sus nuevas
Reflexiones, de su poderoso vecino.

"Es que empecé a ver bien clarito los problemas de la tiranía mundial
creciente. -y se le presentó, a la luz de toda la información que
manejaba, la inminencia de un ataque nuclear que desataría la
conflagración mundial.

Todavía no podía salir a hablar, a hacer lo que está haciendo ahora,
me indica. Apenas podía escribir con cierta fluidez, pues no sólo tuvo
que aprender a caminar, sino también, a sus 84 años, debió volver a
aprender a escribir..

"Salí del hospital, fui para la casa, pero caminé, me excedí. Luego
tuve que hacer rehabilitación de los pies. Para entonces ya lograba
comenzar de nuevo a escribir.

El salto cualitativo se dio cuando pude dominar todos los elementos
que me permitían hacer posible todo lo que estoy haciendo ahora. Pero
puedo y debo mejorar... Puedo llegar a caminar bien. Hoy, ya te dije,
caminé 600 pasos solo, sin bastón, sin nada, y esto lo debo conciliar
con lo que subo y bajo, con las horas que duermo, con el trabajo.

-¿Qué hay detrás de este frenesí en el trabajo, que más que a una
rehabilitación puede conducirlo a una recaída?

Fidel se concentra, cierra los ojos como para empezar un sueño, pero
no... vuelve a la carga:

No quiero estar ausente en estos días. El mundo está en la fase más
interesante y peligrosa de su existencia y yo estoy bastante
comprometido con lo que vaya a pasar. Tengo cosas que hacer todavía.

¿Cómo cuáles?

-Como la conformación de todo un movimiento antiguerra nuclear -es a
lo que viene dedicándose desde su reaparición.

Crear una fuerza de persuasión internacional para evitar que esa
amenaza colosal se cumpla representa todo un reto, y Fidel nunca ha
podido resistirse a los retos.

"Al principio yo pensé que el ataque nuclear iba a darse sobre Corea
del Norte, pero pronto rectifiqué porque me dije que ése lo paraba
China con su veto en el Consejo de Seguridad...

Pero lo de Irán no lo para nadie, porque no hay veto ni chino ni ruso.
Luego vino la resolución (de Naciones Unidas), y aunque vetaron Brasil
y Turquía, Líbano no lo hizo y entonces se tomó la decisión.

Fidel convoca a científicos, economistas, comunicadores, etcétera, a
que den su opinión sobre cuál puede ser el mecanismo mediante el cual
se va a desatar el horror, y la forma en que puede evitarse. Hasta a
ejercicios de ciencia ficción los ha llevado.

¡Piensen, piensen!, anima en las discusiones. Razonen, imaginen,
exclama el entusiasta maestro en que se ha convertido en estos días.

No todo el mundo ha comprendido su inquietud. No son pocos los que han
visto catastrofismo y hasta delirio en su nueva campaña. A todo esto
habría que agregar el temor que a muchos asalta, de que su salud sufra
una recaída.

Fidel no ceja: nada ni nadie es capaz de frenarlo siquiera. Él
necesita, a la mayor brevedad, CONVENCER para así DETENER la
conflagración nuclear que -insiste- amenaza con desaparecer a una
buena parte de la humanidad. Tenemos que movilizar al mundo para
persuadir a Barack Obama, presidente de Estados Unidos, de que evite
la guerra nuclear. Él es el único que puede, o no, oprimir el botón.

Con los datos que ya maneja como un experto, y los documentos que
avalan sus dichos, Fidel cuestiona y hace una exposición escalofriante:

-¿Tú sabes el poder nuclear que tienen unos cuantos países del mundo
en la actualidad, comparado con el de la época de Hiroshima y Nagazaki?

Cuatrocientas setenta mil veces el poder explosivo que tenía
cualquiera de las dos bombas que Estados Unidos arrojó sobre esas dos
ciudades japonesas. ¡Cuatrocientas setenta mil veces más!, subraya
escandalizado.

Esa es la potencia que tiene cada una de las más de 20 mil armas
nucleares que -se calcula- hay hoy día en el mundo.

Con mucho menos de esa potencia -con tan sólo 100- ya se puede
producir un invierno nuclear que oscurezca el mundo en su totalidad.

Esta barbaridad puede producirse en cosa de unas días, para ser más
precisos, el 9 de septiembre próximo, que es cuando vencen los 90 días
otorgados por el Consejo de Seguridad de la ONU para comenzar a
inspeccionar los barcos de Irán.

-¿Tú crees que los iraníes van a retroceder? ¿Tú te los imaginas?
Hombres valientes, religiosos que ven en la muerte casi un premio...
Bien, los iraníes no van a ceder, eso es seguro. ¿Van a ceder los
yanquis? Y, ¿qué va a pasar si ni uno ni otro ceden? Y esto puede
ocurrir el próximo 9 de septiembre.

Un minuto después de la explosión, más de la mitad de los seres
humanos habrán muerto, el polvo y el humo de los continentes en llamas
derrotarán a la luz solar, y las tinieblas absolutas volverán a reinar
en el mundo, escribió Gabriel García Máquez con ocasión del 41
aniversario de Hiroshima. Un invierno de lluvias anaranjadas y
huracanes helados invertirán el tiempo de los océanos y voltearán el
curso de los ríos, cuyos peces habrán muerto de sed en las aguas
ardientes... La era del rock y de los corazones trasplantados estará
de regreso a su infancia glacial...

No albergo la menor duda que habrá en México grandes cambios

Dime, dime, ¿qué tanto está diciendo la mafia de todo lo que escribí?

-No es sólo la mafia, ¿eh? Son más los desconcertados con esas
Reflexiones, comandante. Ya ni qué decir del disgusto que le propinó
al gobierno mexicano.

-No tenia ningún interés de criticar al gobierno. ¿Para qué me iba a
meter con el gobierno? ¿Por gusto? Si yo me dedicara a meterme con los
gobiernos, a decir las cosas malas o equivocadas que considero que han
hecho, Cuba no tendría relaciones.

-Se dice que con sus elogios y reconocimiento abiertos, lo que usted
dio a Andrés Manuel López Obrador fue el beso del diablo. y se
preguntan por qué hasta ahora hace públicos tanto las declaraciones de
Carlos Ahumada a la justicia cubana como detalles de su singular
relación con Carlos Salinas de Gortari. Sospechan que habría una
intención oculta.

-No, no, no. Yo tuve la suerte de encontrarme con el libro de Andrés
Manuel. Alguien me lo dio al final de la sesión de la Asamblea. Lo leí
rápido y su lectura me inspiró a escribir lo que escribí.

-¿Qué lo inspiró?

-Enterarme de lo que han hecho con la tierra, con las minas; de lo que
han hecho con el petróleo. Enterarme del robo, del saqueo que ha
sufrido ese gran país; de la barbaridad ésa que han cometido, y que
(hoy tiene a México como lo tiene)...

-Hay desconfiados de uno y otro bando que insisten en que detrás de su
carambola hay otros propósitos.

-No. Yo no tenía planeado escribir lo que escribí; no estaba en mis
planes. Yo tengo agenda libre.

-Pues levantó una gran polvareda, le aviso. Lo acusan de haber
desatado todo un escándalo político y le llueven las críticas porque
dicen que ya sea para bien o para mal, usted, comandante, se ha metido
en el proceso electoral mexicano.

-¡Ah! ¿Sí? -pregunta muy animado-. ¿Así que hay críticas contra mí?
¡Qué bueno, qué bueno! ¡Mándamelas! ¿Y de quién son las críticas?

-De muchos, menos de uno. El único -de los involucrados- que no ha
dicho una sola palabra es Carlos Salinas.

-Porque es el más inteligente, siempre lo fue, además de más hábil
-dice exhibiendo una sonrisa maliciosa. Por su expresión, pareciera
que ya está esperando la respuesta de Salinas. A lo mejor, hasta en un
libro.

Luego, pasa a repetir algunos pasajes de sus Reflexiones: que si
Salinas había sido solidario con Cuba, que si cuando (1994) actuó de
mediador (designado por Clinton) entre Estados Unidos y la isla "se
portó bien y fungió realmente como mediador y no como aliado de
Estados Unidos."

Cuenta que cuando Salinas obtuvo del gobierno cubano la aceptación
para refugiarse en ese país y hasta adquirir legalmente una casa se
veían con determinada frecuencia e intercambiaban puntos de vista, etcétera.

-Llegué a pensar que él nunca trató de engañarme -dice socarronamente.

-¿De veras? -pregunto. ¿Acaso Salinas comentó o consultó con él la
decisión de su gobierno de abrirse a la relación con organizaciones
terroristas declaradas, como era el caso de la Fundación Nacional
Cubano Americana creada con el exclusivo propósito de derrocar al
régimen castrista y asesinar a su presidente, Fidel Castro?

Por primera vez en la historia de las relaciones entre los dos países,
un gobierno de México abría las puertas de la casa presidencial a
Jorge Mas Canosa, a la sazón presidente de esa organización
paramilitar, vieja enemiga de la Revolución cubana.


Andrés Manuel López Obrador, en asamblea el 25 de julio pasado en el
Zócalo de la ciudad de MéxicoFoto María Meléndrez Parada
Lo que usted trajo a esta casa fue a un asesino, le dije a Carlos
Salinas en aquella ocasión, durante una entrevista con La Jornada.
Salinas asintió con la cabeza, concediéndome razón. Pero de inmediato
se justificó diciendo que lo que buscaba su gobierno era participar,
con la pluralidad cubana, en el diálogo que se estaba realizando para
acercar a las partes.

Quiero decirle que México es sumamente respetuoso de los procesos
internos que decidan los cubanos, aseguró entonces.

Pero lo que suceda a Cuba no va a ser ajeno a los mexicanos; los
mexicanos no podemos estar ausentes de las transformaciones que se den
en ese país porque repercutirán en México, en toda Latinoamérica.
Tenemos que mantener esta comunicación con todo el abanico de
opiniones... (La Jornada, agosto de 1992).

-¿Opiniones? ¿México necesitaba la opinión de un criminal para
enriquecer su diálogo con los países vecinos? -inquiero ahora.

Fidel ha bajado la cabeza y pregunta como para sí mismo:

-¿Por qué nos hizo eso? "Él se había portado como amigo de Cuba. Con
él se arreglaban los asuntos políticos o económicos pendientes, en
fin... Daba la impresión de que no tenía problemas con nosotros.

¿Por qué demonios tenía que recibir al bandido ése?, se pregunta un
tanto desconcertado.

Pero no quiere manifestarse más. Hace rato que había dado vuelta a la
página o la había reservado para el momento en que -tras el balance
obligado- decidiera hacer del conocimiento público la terminación de
su relación con el ex presidente mexicano, como ocurrió con su
Reflexión El gigante de las siete leguas.

-Cuba nunca quizo entregar la documentación filmada que probaba el
complot contra López Obrador, como se lo demandó en su momento el PRD.

-En eso no los podíamos complacer -explica-. Enviamos toda la
documentación a la autoridad que solicitó la extradición (la
cancillería mexicana). Otra actitud no habría sido seria -subraya.

Luego, Fidel enfermó gravemente y ese asunto, como muchos otros,
habría tenido que esperar.

-¿Por qué la mención a López Obrador en estos momentos casi prelectorales?

-Porque yo tenía una deuda con él. Yo quería decirle que (aunque no
accedió a entregarle la documentación que solicitó) no estábamos en
ningún complot en su contra, ni (estuvimos) ni estamos coaligados con
nadie para hacerle daño. Que como dije en mi escrito, me honro en
compartir sus puntos de vista.

-Ahí es precisamente donde dicen que le dio el beso del diablo, comandante.

-Así que ni hablar de invitarlo a visitar Cuba, ¿verdad? -dice
sonriendo pícaramente-. Estaría arriesgando mucho, ¿no es así? Le
caería encima toda la pandilla ésa, para desacreditarlo y quitarle votos.

-Como hace 50 años, en los primeros tiempos de la Revolución, en que
viajar a Cuba era toda una osadía. Una foto en llegadas o salidas del
aeropuerto de México hacia La Habana podía costar persecución, golpes,
cárcel...

Fidel mantiene su risita ésa, y aconseja:

No se preocupen tanto ustedes los mexicanos por estas cosas. Todo eso
va a cambiar. No albergo la menor duda de que más pronto de lo que
imaginan habrá en México grandes cambios.

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