quinta-feira, 11 de novembro de 2010

Actualización del modelo económico cubano, sin derecho a equivocarnos

 
Escrito por Fidel Rendón Matienzo   
Miércoles, 10 de Noviembre de 2010 15:00
Desde que en medio del criminal bloqueo imperialista hacia Cuba se hizo sentir, o se avizoró, el impacto de la crisis mundial sobre su economía, y en lo interno la falta de liquidez financiera y la ineficiencia productiva también hacían de las suyas, no quedaba más alternativa que un reordenamiento del modelo económico.

Varias intervenciones del presidente Raúl Castro, de otros dirigentes y expertos  explican que se trata de una actualización, acorde con los desafíos o imperativos de la Isla, nada fáciles ni posibles de solucionar en lo inmediato, por lo cual si bien en lo adelante habría que preverlo todo, también los planes de desarrollo y del anhelado crecimiento no podían continuar siendo anuales, sino a mediano y largo plazos.
 
Para muchos cubanos y cubanas la situación es tan compleja, que no pocos consideran un eufemismo ese calificativo pues se preguntan si no será necesario, ante todo, desatar los nudos de las fuerzas productivas que hasta ahora ahogaban a la nación, acompañados de fenómenos como el exceso de paternalismo del Estado, la subvaloración o desestímulo hacia el trabajo, las gratuidades indebidas…
 
Aunque los enemigos de la Revolución en su desespero por encontrarles manchas al sol, tergiversan y sobredimensionan de manera mal intencionada la realidad cubana, y cuestionan las medidas en marcha dirigidas a sacar a la Isla adelante, no hay contradicciones antagónicas entre lo que plantea la dirección del país y lo que reclama el pueblo, consciente del momento histórico y extremadamente difícil que se vive.
 
En nuestra opinión, actualización del modelo económico es mirarnos por dentro y  medir nuestras potencialidades en cuanto a eficiencia, ahorro, productividad, consagración al trabajo y organización, es empezar a transformar esa pirámide invertida en la que la base productiva “la sostienen” quienes realmente no aportan nada o poco, pues no producen bienes y servicios, y peor aún, sin trabajar disfrutan de las bondades del Socialismo; es desinflar las plantillas infladas.
 
Es además, la respuesta a aquel proceso de consultas o asambleas de reflexión realizadas con el pueblo y los trabajadores en 2007, tras el discurso de Raúl el 26 de julio de ese año en Camagüey, sobre cuáles consideraban eran los principales problemas que nos aquejaban, y cómo enfrentarlos. Sólo que al nuevo diseño se le agregaron elementos más realistas y objetivos, así como de mayor actualidad.
  
En primer lugar, se ha tenido muy presente que Cuba posee una economía abierta, altamente dependiente de su sector externo, y esta obligatoria relación es mediante el comercio de bienes y servicios, y también de flujos financieros, que pueden ser en forma de préstamos, inversión directa y remesas.
 
Como afirma la doctora Anicia García Álvarez, directora del Centro de Estudios de la Economía Cubana, de la Universidad de La Habana, “es algo inevitable, por las características propias del país: pequeño, subdesarrollado y con relativamente escasos recursos naturales que, desde 1959, se propuso un proceso de desarrollo demandante de bienes de consumo y de inversión que no se producen domésticamente”.

Incluso ha sido insuficiente el aporte del sector agropecuario nacional a la satisfacción de las necesidades nutricionales de la población, lo cual deriva en crecientes importaciones de alimentos, cuyos precios han aumentado sobre maneras, mientras los del níquel, principal renglón de las exportaciones de mercancías cubanas, cayeron en más de un 31 por ciento de 2007 a 2008, y siguieron deprimidos en 2009.

Cuba recibió 3,5 por ciento más de visitantes en 2009 en  relación con 2008, pero estos realizaron menos gastos per cápita y finalmente los ingresos en el turismo se contrajeron en 8,9 por ciento.
 
Poco antes, a partir de 2005, la Isla emprendió un proceso inversionista para recuperar importantes actividades de infraestructura, como la generación energética, los viales, la red hidráulica y el transporte, todo lo cual la obligó a recurrir a créditos externos, que después de cierto período de gracia deben ser pagados con intereses a los prestamistas, adeudos que la nación aún no ha podido vencer.

De manera que al comenzar a afectar la crisis mundial desde 2007, el país enfrenta un déficit de liquidez en moneda convertible que demanda ajustes en los gastos para atender a los compromisos contraídos, tras el desplome del precio del níquel y el incremento de los del petróleo y los alimentos.

Para colmo, en  2008 hubo que enfrentar el paso de tres huracanes que dejaron cuantiosas pérdidas.

Los factores antes mencionados han tenido su impacto en la dinámica del Producto Interno Bruto, que si bien en la última década ha tenido un crecimiento gracias a las exportaciones de servicios hacia naciones como Venezuela, su ritmo ha decrecido.

En fin, varias razones obligaron a Cuba
actualizar su modelo económico: la crisis estructural sistémica, tanto económica, financiera, energética y medioambiental); la disminución (o altibajos) del precio de sus principales bienes exportables y el aumento de los que está obligada a importar; las restricciones en las posibilidades de obtención de financiamiento externo; el bloqueo norteamericano; las pérdidas por afectaciones climatológicas y la ineficiencia de su economía.
 
Dada esta realidad, como anunció Raúl Castro el 20 de diciembre de 2009 ante el Parlamento cubano, el país no puede gastar más de lo que ingresa, por lo cual en lo adelante se considerarían los inventarios como fuente del plan de la economía, además de que se aprobarían solo aquellas inversiones que aporten divisas a corto plazo y sustituyan importaciones.

También se daría prioridad a las producciones que generen ingresos por exportaciones, y se reducirían los gastos de la esfera social, pues la economía no soporta sus cuantiosos montos.

Como afirmara el presidente cubano en esa sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular, “en la actualización del modelo económico cubano, cuestión en la que se avanza con un enfoque  integral, no puede haber espacio a los riesgos de la improvisación y el apresuramiento. Es preciso caminar hacia el futuro, con paso firme y seguro, porque sencillamente no tenemos derecho a equivocarnos.

“Nunca debemos olvidar la enseñanza de Martí cuando  dijo: “Se ha de hacer despacio lo que ha de durar mucho”, subrayó hace casi un año Raúl, con mucha razón. Todo ello tendrá un espacio de reflexión nacional con nuestro
6to. Congreso del Partido Comunista de Cuba, recientemente convocado por el presidente cubano, General de Ejército Raúl Castro Ruz, para la segunda quincena de abril venidero, en que toda la población y los militantes comunistas decidiremos de conjunto el futuro de nuestro país.

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