Girón: Germen de un socialismo cada vez más cubano
Por Prensa Latina
Días antes de la invasión a Cuba por Playa Girón, el Socialismo emergió como alternativa irreversible en medio del luto provocado por esa acción mercenaria, pero 45 años después, ese modelo sigue definiendo aquí la identidad nacional.
Aquel 16 de abril de 1961 fueron sepultadas las primeras siete víctimas de lo que también se conoció como agresión de Bahía de Cochinos, y la indignación popular devino valladar para un ejército a sueldo, entrenado y financiado por Estados Unidos.
En el discurso de despedida de duelo, el presidente Fidel Castro anunció el rumbo a seguir por la naciente revolución, opción política tomada por Washington como pretexto para alimentar un diferendo que, pese a mutaciones de sus métodos, siempre ha procurado destruir el proceso.
A criterio del presidente cubano, Raúl Castro, el socialismo en esta isla "no vino al mundo (…) en pañales de seda, sino en el rudo algodón de los uniformes de las milicias obreras, campesinas y estudiantiles ...".
Asimismo recordó que "no hubo agua bendita en su primer bautismo de fuego en medio del combate contra los enemigos de la nación, sino sangre de patriotas, una vez más derramada en esta Isla por sus bravos hijos …".
Era la primera revolución que en América coronaba la obra de la completa soberanía de la nación, con el inicio de un camino que a la vez consolidaba la genuina independencia y conducía a la plena liberación del hombre del yugo de la explotación capitalista, expresó.
De hecho, en los albores del siglo XXI, el empecinamiento de los cubanos por construir el modelo político y socioeconómico que consideran más conveniente sigue siendo el mismo pecado imperdonable que ha significado para una decena de administraciones estadounidenses.
La revolución socialista "de los humildes, con los humildes y para los humildes", como la caracterizó Fidel Castro aquel 16 de abril, fue defendida con sus fusiles en alto por hombres y mujeres humildes que vivieron marginados y excluidos antes de 1959.
Transcurridos 50 años, los cubanos han asistido a trascendentales iniciativas -con repercusiones internas y externas- para salvar el socialismo, pese al desmembramiento que sufrió ese bloque desde finales de la década de 1980.
Estudiosos aseguran que se trata de un modelo "tropical" que se enraíza en la sociedad con peculiar fuerza tanto por la convicción de su viabilidad como por la reacción patriótica a la tradicional agresividad norteamericana.
Desde el propio 1959, pasando por el debut del bloqueo económico y financiero de Washington, la crisis de octubre (de los Misiles) y el aislamiento diplomático de Cuba en el contexto americano, no han cesado las agresiones.
La Revolución, lejos de retroceder ante esa escalada, prosiguió las transformaciones dirigidas a rescatar la riqueza nacional y avanzar hacia una mayor justicia social.
Se dictaron leyes de nacionalización en ejercicio de la soberanía, de acuerdo con el derecho internacional y con el apoyo multitudinario del pueblo.
A partir de 1989, tras el derrumbe del socialismo en Europa y la disolución de la Unión Soviética, Cuba sufrió severas pérdidas económicas y comerciales, sin embargo, se impuso la determinación a no dejar morir la utopía.
Mientras en Estados Unidos las autoridades y la extrema derecha de origen cubano creyeron que con el reforzamiento del bloqueo podrían poner fin a la revolución, en el país se replanteó el rumbo para mantener vivo el compromiso asumido el 16 de abril de 1961.
Una década después, el socialismo defendido en las arenas de Playa Girón sigue en pie, ahora mucho más consolidado y entrenado para sobrevivir a la confrontación impuesta por La Casa Blanca, lid que en la actualidad los cubanos denominan Batalla de Ideas.
“No estábamos dispuestos a renunciar a la Revolución”
Por Gladys Pérez Rivero*
Los aniversarios de la victoria de Playa Girón se han celebrado de diversas maneras. Los actos nacionales han convocado a reflexiones sobre la trascendencia histórica del pueblo cubano a partir de abril de 1961.
Los discursos del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz se hacen imprescindibles; es la voz autorizada matizando el concepto Revolución.
Pudiera escogerse algunos al azar; pero como Matanzas ha tenido el privilegio de ser seleccionada para recordar la jornada heroica en determinados años, se precisa en el Aniversario 45 detenerse en el análisis de tres instantes inolvidables.
El séptimo Aniversario se caracterizó porque la ofensiva revolucionaria se encontraba en pleno accionar.
La conmemoración fue aprovechada para realizar ascensos en cuadros de mando de las Fuerzas Armadas Revolucionarias: “...en el mismo sitio donde se libraron los últimos combates...” (2)
Fidel analizó la preparación militar y del proceso de ascensos, y explicó también cómo en los días de la Sierra Maestra se iniciaron.
El prestigio adquirido en la guerra estaba en el esfuerzo:
“...de los compañeros de los que dieron sus vidas ese día.
¡La idea que no podían morir
de que no han muerto
de que no morirán jamás” (3)
Hablaba de los que cayeron en Ciénaga de Zapata; de:
“...los que cayeron junto al heroico Comandante Ernesto Guevara, escribiendo páginas inmortales de heroísmo...” (4)
Era pensar en los combatientes de los movimientos revolucionarios del continente en el siglo XX y los que, cien años atrás iniciaron la lucha por la plena independencia; pero, con la diferencia de que:
“...esta generación ha tenido el privilegio de verla culminada.
¡Privilegiada generación esta de cubanos que puede desplegar a los vientos su bandera, enteramente libre, enteramente soberana, con el grado de independencia y de dignidad que jamás alcanzó...” (5)
La generación privilegiada –además de ver los frutos del esfuerzo- puede disfrutar la efervescencia revolucionaria de su tiempo.
En el XXXV Aniversario el encuentro fue especial; desde el lugar donde salió el batallón de la Escuela Nacional de Responsables de Milicias (6), no pasó inadvertido el 16 de abril, porque:
“...una tarde como esta, se proclamó el carácter socialista de la Revolución. Esa fue pudiéramos decir, la primera gran salva de artillería en respuesta a la agresión.” (7)
Tiempos convulsos a partir de enero de 1959; entre amenaza imperialista, las transformaciones socio-económicas de Cuba en Revolución.
“... ¿Qué Revolución era?
Era una Revolución de justicia...” (8)
Destruirla, empezó a ser el sueño de los enemigos, quienes “no se dieron cuenta, que era una Revolución diferente, de que era una Revolución popular, una Revolución del pueblo, por el pueblo y para el pueblo...” (9)
El pueblo uniformado de verde olivo; dispuesto a luchar, quienes “no estábamos dispuestos a renunciar a la Revolución” (10)
En el XL Aniversario, por el pantano sureño andaba el autor intelectual del Moncada; revelando la gran verdad:
“Patria y humanidad se han unido inseparablemente, por la historia y para siempre, en la mente y el corazón del pueblo cubano.” (11)
Entre héroes y mártires andan los preparativos. Han pasado 45 años y un militar excepcional, José Ramón Fernández Álvarez, espera la nueva misión.
Muy cerca el Comandante en Jefe, Fidel Castro, encamina a las generaciones del tercer milenio.
“Trabajaremos por la paz hasta el límite de lo que admiten el honor y la dignidad de nuestro país y nuestro sentido de responsabilidad.” (12)
(1) Discurso 16 abril/1996. Matanzas
(2) Discurso 19 abril/1968. Playa Girón
(3) Ibídem
(4) Ibídem
(5) Ibídem
(6) En la actualidad Estado Mayor de las FAR.
(7) Ob. Cit. Discurso 1996
(8) Ibídem
(9) Ibídem
(10) Ibídem
(11) Discurso 19 de abril. Playa Girón
(12) 16/ abril/ 1996
*Investigadora Agregada
Especialista de Revolución en el Poder
Una pelea cubana contra aire, mar y tierra
Por Jorge Cantero Galloso*
Isidro Casanova Lugo tiene una memoria prodigiosa, envidiable. Resulta casi imposible oírle decir que se le olvidó tal o más cual cosa, y no existe nombre con apellido que escape de su mente, a pesar de los años transcurridos.
Nacido en una zona de la capital cubana denominada por él como "el Vedado de los pobres", frente al cementerio chino, e hijo de una criada y un carretillero, sus primeras batallas por la subsistencia fueron contra el mar, cuando a los 12 cazaba submarino de manera empírica y nadaba desde el Morro hasta el Hotel Nacional, en momentos en que se instalaban los tubos del moderno túnel de La Habana, y era uno de los fiñes que entre brazada y brazada gritaban a los turistas americanos: "¡Mister, five cents!" (¡Señor, cinco centavos!). Las monedas iban al agua y los intrépidos zambuían inmediatamente para buscarse unos quilitos.
Después vinieron otros combates, pero en tierra firme. Allí hizo de zapatero, vendió agua, periódicos y listas de guaguas.
Ya estaba listo para luchar contra los males que en abril de 1961 venían del aire: los B-26 estadounidenses que invadirían Bahía de Cochinos en la que más tarde constituiría la victoria de Playa Girón, primera derrota militar del imperialismo en América Latina.
Isi, así le decían, ya estaba acostumbrado a ver injusticias por doquier en los años 50. Por eso se anotó en las Milicias y hubo entrenamientos fuertes, tiro con fusil M-52, charlas políticas, agotamiento y fue a tener a la Base Granma, en Pinar del Río, bajo el mando de instructores rectos, como José Ramón Fernández, y comprensivos, como Antonio Núñez Jiménez.
Recuerda que un día los formaron a todos en el polígono y ordenaron sentarse. "Al rato, vimos una figura acercándose y permanecimos callados. Era Fidel, e iba acompañado de Pedro Miret". Han pasado 44 años y las lágrimas de Isi no se contienen. Tampoco puede continuar la narración. Respira hondo y añade: "El Comandante nos alertó de que estábamos en guerra."
"El día 16 yo estaba de guardia en la posta principal y me ordenaron dar alarma de combate. Llevamos las 'cuatrobocas' hasta la cordillera de los Órganos. En plena medianoche un avión sobrevoló la improvisada instalación, disparamos e hicimos blanco, y pensamos haberlo abatido. Aparentemente cayó en picada, pero levantó de nuevo y luego supimos que pudo aterrizar en Kingston, Jamaica. Venía a dejar armas para la contrarrevolución".
Más tarde comenzó el desembarco. Algunos decían que era por el Morro, otros que por Guanabo. Sin ser muy ducho frente al timón, Isi se hizo cargo de un camión.
Ya en Matanzas, les comunican que era por Playa Girón. "Emplazamos en la carretera en Pedro Betancourt, y cuando llegamos a Jagüey Grande sentimos una impresión muy grande. '¡Llegaron los artilleros!', gritaban, 'denles duro a los pintos' (se referían a los mercenarios camuflados). Y escuchamos quejidos dentro de un camión que trasladaba heridos, y vimos un círculo de sangre bajo el vehículo.
En Australia, Fidel exhortaba a las tropas, exigía que hiciéramos imposible la vida de la aviación. Y decía a los tanquistas que mojaran las esteras con agua salada. Un bautismo bajo el fuego.
"Llegó el día 19. La victoria. Pero el Comandante nos mantuvo emplazados por si había una recurva enemiga. Así estuvimos 31 jornadas más."
De nuevo la Base Granma y seleccionan a siete hombres para un curso de instructores políticos. Entre ellos estaban Federico Almeida, Santos Godoy e Isi. Atrás quedan aquellas provisiones: bolsas de galletas, el agua de las cantimploras y chocolate.
Vino la lucha contra bandidos "y allí me designaron jefe de compañía para atender la zona desde Guáimaro hasta Las Tunas". Más adelante escogieron a seis para el naciente MININT y fungí como subdirector de la cárcel de Matanzas.
Isidro, hermano de Conrado Casanova, corredor de fondo, y de René, boxeador profesional y creador del número musical Taconéala, no detuvo su incesante ajetreo. En 1967 tuvo una batalla de nuevo contra el agua: como preparador físico formó parte del equipo cubano ganador del Campeonato Mundial de Caza Submarina, celebrado en Cayo Ávalos, al este de la entonces Isla de Pinos.
Pero Casanova no cesó y continuó su perenne lucha, ahora en tierra firme: Isi, incapaz de controlar las lágrimas cuando recuerda las notas del Himno Invasor entonadas por los milicianos días antes de Girón, es un cubano que hoy devora kilómetros y más kilómetros como integrante del Grupo de Corredores Por la Libertad de los Cinco, en un combate sobre el pavimento para denunciar la injusticia cometida por el Imperio contra Fernando, René, Antonio, Gerardo y Ramón.
*Periodista fallecido
Remembranzas de una flor carbonera
Por Bárbara Vasallo Vasallo
Nemesia Rodríguez Montano se hizo universal porque el periodista y poeta cubano Jesús Orta Ruiz, el Indio Naborí, contó en versos su triste historia.
Ella vivía en la Ciénaga de Zapata, a unos 180 kilómetros al sureste de La Habana, sitio olvidado en la geografía de la Isla antes del triunfo de la Revolución, cuando el analfabetismo, miseria y la más inhumana explotación eran dueños de aquellos parajes pantanosos.
Los modestos sueños de la niña, casi adolescente, quedaron truncos en abril de 1961.
Ahora con 58 años de edad, en su casa del pequeño poblado de Soplillar, en la Ciénaga de Zapata, Nemesia trae a su memoria aquellos días en que los mercenarios de la brigada de asalto 2506, organizada y financiada por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de los Estados Unidos, mataron a su madre y modificaron para siempre el rumbo de su vida.
--Yo tenía 11 años cuando Fidel bajó de la Sierra Maestra y trajo el gran cambio para los habitantes de este lugar. Tuve ropas decentes y zapatos por primera vez; a mi familia integrada por mis padres y siete hermanos nos llegó la esperanza junto con el año 1959.
Una mañana.¡Qué gloria! Nemesia salió
cantando llevaba en sus pies el triunfo
de sus zapaticos blancos. Era la blanca
derrota de un pretérito descalzo.
--Ahora es distinto, tenemos médicos, escuelas, carreteras, y hasta Revolución energética, pero antes, vaya que ni recordarlo es bueno.
Sentada en su sillón preferido evoca cada instante de su vida con voz entrecortada, 45 años después de la invasión mercenaria por Playa Girón y Playa Larga, aún está sujeta a tratamiento especializado, y en ocasiones los médicos le prohíben abordar el tema.
¡Qué linda estaba el domingo Nemesia con
sus zapatos! Pero el lunes ¡despertó bajo
cien truenos de espanto!
--Cuando mi papá conoció de la invasión, nos dijo que recogiéramos lo necesario y nos montáramos en el camión para irnos hacia Jagüey Grande... Por el sitio conocido como el Peaje, entre Playa Larga y Jagüey Grande, un avión comenzó a pasar por encima de la carretera, nosotros decíamos adiós porque pensábamos que, como tenia insignias cubanas, nos estaba cuidando.
"Mi papá pensó que iba a aterrizar en la carretera, y le dijo a mi mamá que le tocara a mi hermano por la cabina para que se apartara y lo dejara aterrizar... No dio tiempo, el avión empezó a tirar, la metralla le dio a mi hermanito más chiquito, a mi abuelita y a mi mamá, yo lo vi todo, todo.
"Mami sacó una sábana cuando vio que el avión empezó a tirar porque ella pensaba que estaban equivocados, para que vieran que éramos gente de paz, con esa misma sábana mi papá la tapó su cadáver, como se ve en la foto muchas veces publicada.
"También lo he dicho muchas veces, pero yo vi a mi mamá por dentro, y lo repito porque, mira si eso fue un acto de terrorismo que los que iban en el avión bajito estaban observando perfectamente a cinco niños, todas mujeres y un solo hombre, hasta un niño de seis meses, yo era la mayor y tenía 13 años, y ese avión se encarnó en nosotros, nos tiró cuando pasó para un lado y cuando regresó volvió a tirar, mi hermanito se estaba yendo en sangre...".
Nemesia no puede continuar el relato, los ojos se nublan y entre sollozos muestra una foto de Juliana Montano, su madre, que cuelga en la pared. Tenía entonces 40 años de edad y comenzaba una nueva vida en la Ciénaga junto a su familia.
Después de la muerte de su madre, dieron atención a su hermanito y ella pasó al cuidado de una familia en Jagüey Grande. Rememora su estancia allí y parece estarse viendo a la altura de su incipiente adolescencia dando gritos delante de un espejo. -- Esta Revolución hay que cuidarla y defenderla hasta con los dientes si fuera necesario, dice con firmeza Nemesia, la niña de la triste historia de los zapaticos blancos.
(*) fragmentos de La elegía a unos zapaticos blancos, de Jesús Orta Ruiz, el Indio Naborí.
Mujeres con olor a pólvora
Por Dagoberto Arestuche Fernández
De nuevo movimientos de camiones o milicianos a pie, disparos de armas, olor a pólvora, gemidos, vidas que dejan huellas de heroísmo, escenas conmovedoras. El recuerdo tiene esa fuerza de hace 45 años en las arenas de Playa Larga y Girón, de cada rincón histórico en aquel Abril de Victoria.
El Encuentro de Mujeres de Girón impactó por el contenido narrativo de enfermeras, brigadistas sanitarias, colaboradoras en hospitales y en disímiles lugares donde fueron atendidos por igual los cubanos vestidos del azul del cielo patrio o el verde de la Sierra, y quienes hollaron este suelo con su bota traicionera y mercenaria, pagada por el imperio yanqui.
Atrapada por el dolor, Estrella Hernández rememora el valor de Nelson Fernández, el adolescente-héroe de solo 14 años de edad, quien, destrozado por la metralla, solo pedía hielo para saciar la inmensa sed, pero jamás escuchó de él lamento o llanto. “A pesar de su grave estado, pensaba en el futuro. Fue todo un hombre”.
Elsa Herrera respira hondo, requiere aunar fuerzas para hablar de Alberto Beltrán, quien seriamente herido no reclamaba atención para él, sino para sus compañeros del frente de batalla. “Difícil era comprender su aptitud. No le importaba morir y sí salvar a los demás. Era de carne y hueso, pero con valor de acero”.
El silencio es sobrecogedor, habla entonces de Fausto Díaz. “Pedía que le dieran un fusil, ‘con un solo brazo seguiré combatiendo’. En su lecho estaba con ambas piernas y una de sus extremidades superiores cercenadas por la aviación de la Brigada de Asalto 2506. Qué estoicidad”.
Escuela Nacional de Responsables de Milicias
Por Gladys Pérez Rivero*
Hablar de la invasión mercenaria por Bahía de Cochinos impone recordar a los combatientes, como “...los que no se graduaron de responsables de milicias; pero se graduaron de Héroes eternos de la Patria.” (1)
No ha de olvidarse que en el amanecer del 17 de abril de 1961, los alumnos de la Escuela Nacional de Responsables de Milicias se dispusieron “...a combatir el enemigo” (2)
Matanzas tuvo el privilegio de ser la sede de este centro militar. Al leer el discurso del Comandante en Jefe, Fidel Castro Ruz, el 26 de septiembre de ese año; precisamente en el escenario de donde partieron héroes y/o mártires, provoca reflexionar en las ideas que surgieron en el primer diálogo con el pueblo matancero.
Diversos temas abordados entre peticiones, aquel histórico 7 de enero del Año de la Liberación.
El reclamo de los terrenos del estadio Palmar de Junco, fue más allá del reconocimiento patrimonial; el haber sido el primer lugar donde se jugó pelota en Cuba, quizá bastaba e incluso, por su importancia, en la práctica del deporte y para contribuir a la salud del pueblo.
Una expresión de Fidel engrandeció aquella noche: “...queremos darle instrucción militar al pueblo.” (3)
Continuada por la interrogante: “ Qué vale más, un pueblo donde nadie sabe manejar un arma, o un pueblo donde todo el mundo sabe manejar el arma?” (4)
Los integrantes del Ejército Rebelde aprendieron a manejar las armas en los combates; era indispensable conocer su técnica.
Objetivo que se trazó desde enero de 1959; la segunda etapa de este ejército exigió una preparación militar completa.
Se incluyeron los miembros de las milicias que nacieron en la etapa insurreccional y los milicianos que en los días de Huelga General Revolucionaria se incorporaron voluntariamente.
Se lamentaron muchas muertes por desconocimiento en el manejo de las armas. El día anterior, -a la llegada de Fidel-, en el Instituto de Segunda Enseñanza de Matanzas, al joven telegrafista Otto Fernández Morales se le escapó un tiro. No le había puesto el seguro y de pronto se convirtió en el primer mártir matancero a inicios del proceso revolucionario.
El llamado de aprender a manejar las armas era evidente. No tardó la materialización de la idea; el 12 de ese mismo mes un militar de Academia recibió su primera misión en el Ejército Rebelde.
Se trataba de José Ramón Fernández Álvarez, más conocido por el Gallego Fernández (5), a quien Fidel le orientó a que convocara a 300 jóvenes con nivel preuniversitario, para ingresar en la Escuela de Cadetes que radicaba en Managua.
El objetivo principal era la preparación de oficiales. El director Fernández cubrió la matrícula con combatientes del Ejército Rebelde; ya que muchas familias no aprobaban que sus hijos se convirtieran en cadetes revolucionarios.
La principal práctica en la preparación de estos oficiales fue la subida al Pico Turquino, en la Sierra Maestra, de Fernández junto a los cadetes.
Cuando tenía siete u ocho subidas y bajadas, una llamada reclamó su presencia en Ciudad de La Habana.
Allí el líder de la Revolución cubana sostuvo una larga conversación con la persona a quien confió la primera academia militar.
La premura era garantizar la defensa del país; los cadetes eran insuficientes para preparar un verdadero ejército con espíritu proletario.
Desde el 22 de marzo de 1959, Fidel propuso –ante la concentración popular efectuada frente al antiguo Palacio Presidencial (6)- la creación de las Milicias Voluntarias Populares.
Los enemigos contribuyeron a una nueva concepción en las milicias. El accionar de elementos contrarrevolucionarios por la Gran Caverna de Santo Tomás, en el valle pinareño de igual nombre dio nacimiento a la primera milicia campesina: Los Malagones (7)
Similares situaciones se presentaban en otras regiones y confrontaciones; las que impulsaron la decisión del Gobierno Provisional Revolucionario.
El 26 de octubre de 1959, las Milicias Voluntarias, incluyendo las de campesinos, se fundieron en una sola organización: Milicias Nacionales Revolucionarias (MNR) (8).
El año finalizó entre inscripciones voluntarias de obreros, campesinos, estudiantes, amas de casa y a marchar...
En 1960 inició la preparación de pelotones y compañías por sectores. El entrenamiento militar de infantería se extendió por toda Cuba.
Los tres primeros meses fueron de gran estima, la explosión del vapor La Coubre el 4 de marzo fortaleció el papel de las MNR.
El primero de mayo, por vez primera, las milicias desfilaron en Ciudad de La Habana; días después se intensificó la preparación combativa.
La creación de los batallones de combate exigió la formación de jefes y responsables con dominio en las técnicas militares; de ahí la decisión de crear ala Escuela Nacional de Responsables de Milicias.
Fidel y Fernández encontraron el lugar para su ubicación. A la salida de la ciudad de Matanzas –por la carretera central, zona de Gelpi, estaba la antigua fortaleza Militar Plácido (9).
En septiembre de 1960 comenzó el primer curso. Su director: José Ramón Fernández Álvarez, le propuso a Fidel algunos posibles integrantes del claustro:
-Oficiales que estaban subiendo el Pico Turquino con los cadetes de la Escuela de Managua.
-Oficiales del antiguo ejército, quienes trabajaban en el Instituto Nacional de reforma Agraria.
-Algunos cadetes, quienes ya habían subido 10 veces el Pico Turquino.
No era tarea fácil, la matrícula sobrepasó la cifra de 600; se necesitó un buen número de profesores.
Fidel aceptó la proposición de Fernández. El aporte brindado a la formación de oficiales por militares del régimen anterior se reconoció públicamente el 29 de octubre cuando se graduaron los 150 oficiales del Ejército Rebelde.
La Revolución desde sus inicios contó con militares honestos; los que aportaron sus experiencias y conocimientos.
PRIMERA ETAPA DE LA ESCUELA
El aval más recordado por los primeros alumnos es haber subido el Pico Turquino .
El entrenamiento general abarcó infantería, arme, desarme, prácticas de guerra de guerrillas, sabotajes, lanzamientos de cocteles melocotón, primeros auxilios, capacitación cívica, así como cursos especiales.
El 24 de noviembre de 1960 apareció el acto de graduación. Entre los asistentes se encontraba el ministro de las FAR, el actual General de Ejército Raúl Castro Ruz; además, el Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque, quien desde septiembre estaba como Jefe de Operaciones de las milicias en la provincia de Matanzas, y el Comandante Sergio del Valle.
También se encontraban el entonces capitán Rogelio Acevedo, quien era Director Nacional de este tipo de escuela (en Moa y Pinar del Río se crearon otros centros con similares actividades de índole militar).
Los invitados, graduados y la representación de sectores revolucionarios, entre ellos obreros, estudiantes, campesinos, intelectuales, profesionales, etc..., pudieron recibir el mensaje del orador principal, que desde el polígono de la escuela destacó:
“...era la primera vez en Cuba y la primera vez en América, que se graduaban como oficiales de Milicias un numeroso grupo de obreros.” (10)
Entre los 536 Responsables de Milicias y Segundos tenientes graduados, estuvo la presencia de 15 mujeres milicianas; nuevamente, una interrogante del 7 de enero:
“¿Ustedes están de acuerdo en que hasta las mujeres tienen que saber manejar armas?” (11)
Los graduados aseguraban la organización de las MNR; los batallones se colocaban en las primeras líneas de combate, incluyendo los del sexo femenino, porque: “...ya las armas no están en manos de los privilegiados. “ (12)
La gigantesca operación, de cerco y exterminio de las bandas contrarrevolucionaria en El Escambray demostró el nivel de preparación de los milicianos cubanos, la victoria de Playa Girón, la gran graduación de un ejército popular.
DE LA ESCUELA HACIA EL COMBATE
Los alumnos de Fernández podían aniquilar a los invasores. La llamada a las dos de la madrugada del 17 de abril inició la misión.
Fidel se comunicó con la Escuela de Cadetes, de Managua. Le informó al director la ubicación del desembarco y le ordena trasladarse a Matanzas.
Sin pérdida de tiempo, se comunica con la Escuela de dicha provincia. La preparación no se hizo esperar.
Llamadas constantes; pero Fernández no perdió la calma. Supo siempre que un mapa es imprescindible. La Península de Zapata es la zona menos habitada de Cuba, con una gran extensión territorial. El enemigo podía buscar refugios insospechados.
Entre las 3:10 a.m. y las 4:00 a.m. el batallón estaba organizado en el campo de práctica. Corta fue la estancia del jefe en la Escuela. Luego de recibir orientaciones y precisiones de inmediato partió antes que sus muchachos hacia el Central Australia.
Camiones que pasaron por la carretera central fueron cargando al batallón e incluso, hasta carros de recoger basura sirvieron para trasladar a los 875 hombres y a los tres sanitarios.
El director de la clínica militar, Leopoldo Tápanes Tápanes, seleccionó a Fernando Martínez Villalonga, Adnercy Alonso y Nilo Pérez Cruz, para responder como sanitarios, ya que la Escuela no tenía personal con estas características.
El patriotismo los unió por aquellos escenarios que la naturaleza les ofreció desde la ciudad yumurina hasta Jaguey Grande.
A las 9:00 a.m. el horizonte cambió, la presencia de aviones bombardeando de Australia a Pálpite, precisaba el avance por compañías. Una imprescindible voz aromatizó la orden.
El entonces capitán Fernández indicó ocupar Pálpite; aunque no contaban con defensa antiaérea ni tanques.
Los fusiles FAL dieron la brillantez al heroísmo de aquellos combatientes; dos aviones B-26 intentado amedrentar el avance, e incluso, con insignias cubanas.
A las 11:00 a.m. las fuerzas de las compañías de estos milicianos controlaron el territorio. Los mercenarios tuvieron que replegarse hacia Soplillar y Playa Larga. Motivo suficiente para seguir; Playa Larga fue entregando Héroes y Mártires...
“Trato de imaginarme por un instante, el momento aquel en que el batallón de responsables de milicias de esta histórica escuela marchaba hacia los combates de Playa Girón y no se detuvo hasta tomar aquel punto culminante, clave, decisivo de la batalla.” (13)
A las cuatro de la tarde el fuego se cuadruplicó: ametrallamiento, rockets, bombas y napalms. Pudo haber miedo, pero el patriotismo inyectó el valor en circunstancias muy difíciles. Con posterioridad los tanques, la artillería de campaña y antiaérea fueron apareciendo.
Hasta el amanecer del día 18 –entre las cinco o seis de la mañana- fueron sustituidos por otros batallones que esperaban la orden para combatir.
Regresaron a Pálpite, luego al central Australia para continuar con nuevas misiones.
Los alumnos de la Escuela Nacional de Responsables de Milicias tuvieron el gran mérito de impedir que el enemigo se apoderara de Pálpite.
Según Fidel, en ese lugar fue donde perdieron la guerra los mercenarios.
(1) Discurso. Castro Ruz, Fidel. 26 de septiembre de 1961. Matanzas.
(2) Ibidem
(3) Información. Periódico. La Habana. Enero/1959
(4) Ibidem
(5) Núñez Jiménez, Antonio. En marcha con Fidel. Tomo II. Pág 341. Editorial Letras Cubanas. La Habana, 1982.
(6) Actual Museo de la Revolución en Ciudad de La Habana.
(7) Ver En marcha con Fidel. Tomo I. Capítulo XXIII. Editorial Letras Cubanas. La Habana, 1982.
(8) Milicias Nacionales Revolucionarias de Matanzas: todo un historial de combate. Obra inédita de la autora del artículo. Premiada desde 1993 por la UNHIC.
(9) En la actualidad radica el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas Revolucionarias.
(10) Tomado: Revista Verde Olivo. No. 38 del 4 de noviembre de 1960. Págs 12-13.
(11) Ob. Cit. Información.
(12) Ob. Cit. Verde Olivo.
(13) Castro Ruz, Fidel. Discurso. 16/IV/ 1996. Matanzas.
*Investigadora Agregada
Especialista de Revolución en el Poder
Elda, enfermera en la retaguardia
Por Bárbara Vasallo Vasallo
Cada ser humano común conserva historias heterogéneas que se enriquecen con la vida, la historia de Elda Briquets Bofill se sustenta en los días de abril de 1961, cuando se desempeñó como enfermera durante el ataque mercenario a Playa Girón.
“No puedo olvidar, aquellos días marcaron mi vida para siempre, fue una primera experiencia, y por suerte la única, en cuestiones de la guerra, vi escenas desgarradoras y el pueblo probó su capacidad movilizativa y de solidaridad.
“Poco después de la una de la madrugada avisaron de la invasión a mi esposo el doctor José Felix de Vera, jefe de las milicias sanitarias en Jagüey Grande y nos movilizamos de inmediato. Al primero que avisamos fue a Iluminado Rodríguez, quien integraba el estado mayor de aquel incipiente cuerpo.
“Iluminado fue de los primeros en caer víctima de la metralla mercenaria, los invasores traían moderno armamento y le atravesaron el pecho con una calibre 50 cuando iba a recoger heridos, no voy a olvidar nunca su arrojo y entrega…”
Elda conversa pausada sobre los acontecimientos de aquella primavera que quedaron grabados por siempre en su memoria. Graduada de enfermera en el año 1943 en el hospital Calixto García, de La Habana, allí conoció a José Felix, contrajeron matrimonio y un tiempo después fueron a vivir a Jagüey Grande, ambos trabajaban en el antiguo policlínico dependiente de la Organización de Dispensarios Infantiles (ONDI).
Madre de tres hijos, capaz profesional, fundadora de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) patriota y revolucionaria por vocación, hoy con 84 años de edad Elda Briquets deja que los recuerdos afloren sin dificultad:
“A la clínica llegaron heridos graves y leves, utilizamos plasma que teníamos en el almacén, ampliamos las camas, se puso de alta el pequeño salón de operaciones y acudieron otros médicos y enfermeras para apoyar el intenso trabajo.
“Recuerdo muy bien la indicación del doctor José Ramón Machado Ventura, quien estuvo en algún momento en la clínica y dijo que había que atender a los mercenarios como si fueran de los nuestros, siempre me ha impresionado la humanidad de la Revolución, no se dejó a nadie sin dar atención médica.
“Trajeron a un invasor muy herido, el se negaba a que lo asistieran y hasta ofendió a mi esposo, pero tuvo todo el cuidado, lamentablemente falleció, pues estaba gravemente herido…”
Esta mujer vive ahora en la ciudad de Matanzas, exhibe dignamente sus canas y es muestra viva de las horas que vivieron los habitantes de Jagüey Grande, situado a unos 170 kilómetros al sureste de Ciudad de La Habana, durante el ataque a Playa Girón. Allí la retaguardia estuvo garantizada.
“Guardo muy adentro la actitud de la gente en Jagüey, se movilizó todo el mundo, lavaban sábanas, ayudaban a esterilizar el material en la clínica, cocinaban en sus casas para garantizar los alimentos, si los americanos pensaron que el pueblo se iba a sumar a la invasión se equivocaron, los cubanos lucharon de verdad en todos los frentes”.
Por supuesto que dos cuartillas es poco espacio para reflejar la emoción de esta mujer, que hoy vive confiada en el futuro de la Revolución que ayudó a defender desde su cuartel general de salud, más allá de achaques lógicos de sus más de ocho décadas de intensa vida, todavía hay suficiente claridad para no dejar escapar una muy ilustrativa anécdota:
“La primera gran derrota del imperialismo yanqui en América Latina, y lo que viví en escasas horas es lo más grande que ha pasado en mi vida, me parece ver todavía a una señora que llegó de Cienfuegos desesperada, buscando a su hijo al que creía muerto, al muchacho le llamaban Pititi, ayudé a buscarlo, por suerte estaba vivo, era casi un niño…”
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