terça-feira, 14 de dezembro de 2010

XVII Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes en Sudáfrica

 

 

Mensaje de Fidel Castro a los participantes en el XVII Festival

Mundial de la Juventud y los Estudiantes en Sudáfrica

 

 

Compañeras y compañeros:

 

Es muy grato para mí y un gran honor acceder a la solicitud que me

hicieron llegar de transmitirles un mensaje con motivo del XVII

Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes que tiene lugar en

la Patria de Nelson Mandela, símbolo viviente de la lucha contra el

odioso sistema del apartheid.

 

Cuba fue sede de dos festivales mundiales: el XI, en 1978; y el XIV, en

1997.

 

Por primera vez el Festival dejaba de realizarse en Europa para

hacerlo en un país de este hemisferio.

 

La decisión fue tomada por la IX Asamblea de la Federación Mundial de

Juventudes Democráticas que tuvo lugar en Varna, Bulgaria, a fines del

año 1974.

 

Eran tiempos diferentes: el mundo se enfrentaba a problemas serios,

pero menos dramáticos. Los jóvenes más progresistas luchaban por el

derecho de todos los seres humanos a una vida digna; el viejo sueño de

los mayores pensadores de nuestra especie cuando era evidente que la

ciencia, la tecnología, la productividad del trabajo y el desarrollo

de la conciencia lo hacían posible.

 

En un breve lapso de tiempo la globalización se aceleró, las

comunicaciones alcanzaron niveles insospechados, los medios para

promover la educación, la salud y la cultura se multiplicaron.

Nuestros sueños no eran infundados. En ese espíritu se llevó a cabo el

XI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, en el que

participó también nuestro pueblo.

 

En el Consejo General de la Federación Mundial de Juventudes

Democráticas, celebrado precisamente en la heroica Sudáfrica a

principios de octubre de 1995, se aprobó la realización en La Habana

del XIV Festival, en el que participaron más de 12 mil delegados de

132 países. Nuestro país llevaba entonces casi 37 años librando la

batalla política e ideológica contra el imperio y su brutal bloqueo

económico.

 

Hasta la década de 1980 no solo existían la República Popular China,

la República Popular Democrática de Corea, Vietnam, Laos y Kampuchea,

que habían soportado guerras genocidas y los crímenes de los yankis,

sino también el campo socialista de Europa y la Unión de Repúblicas

Socialistas Soviéticas, un enorme Estado multinacional de 22 millones

402 mil 200 kilómetros cuadrados, con enormes recursos de tierra

agrícola, bosques, petróleo, gas, minerales y otros. Frente a la

superpotencia imperialista, con más de 800 bases militares desplegadas

por todo el planeta, se erguía la superpotencia socialista.

 

La disolución de la URSS, fuesen cuales fueran los errores en uno u

otro momento de la historia, constituyó un duro golpe al movimiento

progresista del mundo.

 

Los yankis se movieron rápidamente y extendieron las bases militares y

el uso de instalaciones construidas por la URSS para cercar más

estrechamente con su maquinaria de guerra a la Federación Rusa, que

aún continúa siendo una gran potencia.

 

El aventurerismo militar de Estados Unidos y sus aliados de la OTAN se

incrementó en Europa y Asia. Desataron la guerra de Kosovo y

desintegraron a Serbia.

 

En el ámbito de nuestro hemisferio, aún antes de la desintegración de

la URSS, invadieron en el año 1965 a la República Dominicana;

bombardearon e intervinieron con fuerzas mercenarias a Nicaragua;

invadieron con sus tropas regulares a Granada, Panamá y Haití;

promovieron sangrientos golpes militares en Chile, Argentina y Uruguay

y dieron apoyo a la brutal represión de Stroessner en Paraguay.

 

Crearon la Escuela de las Américas, donde no solo entrenaban a miles

de oficiales latinoamericanos en conspiraciones y golpes de Estado,

sino también familiarizaron a muchos con doctrinas de odio y prácticas

sofisticadas de torturas, mientras se presentaban ante el mundo como

paladines de "los derechos humanos y la democracia".

 

En la primera década de este siglo, la superpotencia imperialista

parece desbordarse de su propio cauce.

 

Los sangrientos sucesos del 11 de septiembre de 2001, en que fueron

destruidas las Torres Gemelas de Nueva York -un episodio dramático en

el que perdieron la vida alrededor de 3 000 personas-, y el ataque

posterior al Pentágono, vino como anillo al dedo al inescrupuloso

aventurero George W. Bush para instrumentar la llamada guerra contra

el terror, que constituye, simplemente, una peligrosa escalada en la

brutal política que Estados Unidos venía aplicando en nuestro planeta.

 

Está más que demostrada la bochornosa complicidad de los países de la

OTAN con tan repudiable guerra. Esa organización bélica acaba de

proclamar su propósito de intervenir en cualquier país del mundo donde

considere que sus intereses, es decir, los de Estados Unidos, estén

amenazados.

 

El monopolio de los medios masivos de información, en manos de las

grandes transnacionales capitalistas, ha sido utilizado por el

imperialismo para sembrar mentiras, crear reflejos condicionados y

desarrollar instintos egoístas.

 

Mientras los jóvenes y los estudiantes viajaban hacia Sudáfrica a

luchar por un mundo de paz, dignidad y justicia, en Gran Bretaña los

estudiantes universitarios y sus profesores libraban una batalla

campal contra los fornidos y bien equipados cuerpos represivos que,

sobre briosos caballos, los atacaban. Pocas veces y tal vez ninguna

otra en la historia se vió un espectáculo semejante de la "democracia"

capitalista. Los partidos neoliberales gobernantes ejerciendo su papel

de gendarme de la oligarquía, traicionando sus promesas electorales,

aprobaron medidas en el Parlamento que elevaban a 14 mil dólares

anuales el costo de los estudios universitarios. Lo peor de todo fue

el descaro con que los parlamentarios neoliberales afirmaron que el

"mercado resolvía ese problema". Solo los ricos tenían derecho a los

títulos universitarios.

 

Hace pocos días, el actual Secretario de Defensa de Estados Unidos,

Robert Gates, al comentar los secretos divulgados por Wikileaks

declaró: "El hecho es que los gobiernos tratan con EE.UU. porque les

interesa, no porque les gustemos, no porque confíen en nosotros, y no

porque crean que podemos guardar secretos. Algunos gobiernos tratan

con nosotros porque nos temen, algunos porque nos respetan, la mayoría

porque nos necesita. Todavía somos esencialmente, como se ha dicho

antes, la nación indispensable".

 

No pocas de las personas inteligentes y bien informadas albergan la

convicción de que el imperio yanki, como todos los que lo precedieron,

ha  entrado en la etapa final y que las señales son irrebatibles.

 

Un artículo publicado en el sitio Web TomDispatch, traducido del

inglés por el sitio Rebelión, expone cuatro hipótesis del probable

curso de los acontecimientos en Estados Unidos, y en todas ellas la

guerra mundial figura como una de las posibilidades, aunque no excluye

que pueda haber otra salida. Añade que definitivamente ese país

perderá su papel dominante en las exportaciones globales de

mercancías, y en menos de 15 años perdería su papel dominante en la

innovación tecnológica y la función privilegiada del dólar como moneda

de reserva. Cita que ya este año China alcanzó un 12% frente a Estados

Unidos 11% en la exportación mundial de mercancías, y aludió a la

presentación por el Ministro de Defensa de China en el mes de octubre

de este año del superordenador Tianhe-1A, tan poderoso que, como

expresó un experto estadounidense, "liquida la máquina Nº 1? existente

en Estados Unidos.

 

Nuestros queridos compatriotas, al llegar a Sudáfrica, entre las

primeras actividades rindieron merecido tributo a los combatientes

internacionalistas que dieron su vida luchando por África.

 

Desde hace 12 años en el vecino Haití nuestra misión médica presta su

servicio al pueblo haitiano; hoy con la cooperación de médicos

internacionalistas graduados en la ELAM (Escuela Latinoamericana de

Medicina). Allí luchan también por África combatiendo la epidemia del

cólera, que es la enfermedad de la pobreza, para impedir que se

extienda a ese continente, donde al igual que en América Latina hay

mucha pobreza. Con la experiencia adquirida, nuestros médicos han

reducido extraordinariamente la tasa de letalidad. Muy cerca de

Sudáfrica, en Zimbabwe, en agosto de 2008, de "forma explosiva"

estalló esa epidemia según el diario "Herald" de Harare. Robert Mugabe

acusó a los gobiernos de Estados Unidos y Gran Bretaña de introducir

la enfermedad.

 

Como prueba de la total falta de escrúpulo yanki, es necesario

recordar que el Gobierno de Estados Unidos entregó armas nucleares al

régimen del apartheid, que los racistas estuvieron a punto de usar

contra las tropas cubanas y angolanas, que después de la victoria de

Cuito Cuanavale avanzaban en la dirección Sur, donde el mando cubano,

sospechando ese peligro, adoptó las medidas y tácticas pertinentes que

le daban el dominio total del aire. Si intentaban usar tales armas, no

habrían obtenido la victoria. Pero es legítimo preguntarse: ¿qué

habría ocurrido si los racistas sudafricanos hubiesen utilizado las

armas nucleares contra fuerzas de Cuba y Angola? ¿Cuál habría sido la

reacción internacional? ¿Cómo habría podido justificarse aquel acto de

barbarie? ¿Cómo habría reaccionado la URSS? Son preguntas que debemos

hacernos.

 

Cuando los racistas entregaron el gobierno a Nelson Mandela, no le

dijeron una sola palabra, ni qué hicieron con aquellas armas. La

investigación y denuncia de tales hechos sería en estos instantes un

gran servicio al mundo. Los exhorto, queridos compatriotas, a

presentar este tema en el Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes.

 

¡Patria o Muerte!

 

¡Venceremos!

 

Fidel Castro Ruz

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