segunda-feira, 9 de abril de 2012

Hostilidades contra Cuba

Inmutable política de hostilidad hacia Cuba



POR: MANUEL E. YEPE

Aunque todas las encuestas de opinión muestran que la mayoría de los ciudadanos estadounidenses discrepan de la política oficial de su país respecto a Cuba, hasta los más partidarios de la normalización de los vínculos con la isla vecina suelen partir de concepciones erróneas —o al menos inexactas— en cuanto al origen y los aspectos más censurables de esta política.
La más extendida de estas concepciones es la de que el curso hostil de las relaciones con el pequeño país vecino es incorregible por la presión política que ejerce la inmigración de origen cubano radicada en la Florida, cuyo apoyo la hace intocable en periodos de elecciones federales.
Pero la inmigración cubana no es la más numerosa en Estados Unidos, ni siquiera entre las hispanas.
Tampoco el llamado lobby cubano es un grupo de presión característico, pues no responde, como los demás en el Congreso, a un gobierno extranjero que lo utiliza para ejercer influencia en la política exterior de Washington como extensión del trabajo de sus embajadas. El lobby cubano se manipula desde adentro como grupo de presión contrario a las relaciones entre Estados Unidos y Cuba.
La responsabilidad por la existencia y "fortaleza política" del llamado lobby cubano en el Congreso no radica verdaderamente en la comunidad de inmigrantes cubanos en la Florida, sino en una estrategia de dominación de la derecha ultraconservadora de Estados Unidos, con objetivos políticos claramente definidos que incluyen el mantenimiento de la tensión en el Estrecho de la Florida.
Las leyes estadounidenses conceden a los inmigrantes cubanos, con fines promocionales y como acción de guerra contra la isla, prerrogativas tales como admisión automática, ubicación laboral al arribo, asistencia económica y privilegios en el proceso para recibir la condición de residentes y luego la ciudadanía, beneficios que no son brindados a inmigrantes de otras nacionalidades.
Buena parte de los cubanos llegados durante los tres primeros años que siguieron al triunfo revolucionario en la Isla, fueron reclutados por los cuerpos de inteligencia estadounidenses para ser utilizados en acciones agresivas contra Cuba, dada su experiencia represiva adquirida al servicio de la tiranía derrocada. Algunos sirvieron, así mismo, para el desarrollo de acciones de guerra sucia contra las fuerzas patrióticas que —siguiendo el ejemplo cubano— se lanzaban a la lucha contra las tiranías militares impuestas por Washington en varias naciones de la región.
Así se conformó un ejército informal de personas de habla hispana, capaz de enmascarar la mano estadounidense en acciones de violencia contrarrevolucionaria, como la genocida operación Cóndor que, en mayor o menor medida, sufrió toda Latinoamérica.
La fortaleza económica del "exilio cubano" nació del dinero mal habido extraído de Cuba, en grandes cantidades, ante la previsible caída del dictador Fulgencio Batista, al que se sumó el que llevaron consigo los prófugos de la justicia que huyeron junto al tirano.
Creció con el financiamiento de la CIA para sabotajes en la Isla y los presupuestos del Departamento de Estado para la creación de organizaciones de terroristas "pro-democratización" de Cuba que, en ocasiones, incursionaban en el narcotráfico con la protección que les garantizaban la CIA y el dominio de la logística y las comunicaciones con que esta agencia les había habilitado.
Los abundantes recursos financieros asignados al proyecto aportaron relevancia social en el Sur de la Florida a esta formación de mercenarios presentados por los medios dominantes como "luchadores por la libertad y la democracia". Otros cubanos que emigraban por temor a los efectos del bloqueo y ante la creciente agresividad militar de Estados Unidos, o directamente afectados por la radicalización del proceso revolucionario, fueron sumándose a los esfuerzos estadounidenses por recuperar el dominio de la Isla y evitar la propagación de su ejemplo.
Veinte años después muchas de esas personas, enriquecidas y amparadas por la CIA y demás agencias de inteligencia a las que habían servido, fueron transformadas en políticos estadounidenses. Desde entonces dedicaron su tiempo a hacer terrorismo contra Cuba en el terreno de la política en Estados Unidos y a emplear sus puestos para socavar la política exterior hacia Cuba, favoreciendo sus agresivas agendas.
La administración de Reagan hizo el milagro de lavar sus expedientes para llevarlos a ocupar cargos políticos en todos los niveles. Algunos son hoy congresistas federales integrados en la extrema derecha conservadora de Estados Unidos y jurados enemigos de las relaciones con nuestro país.
Es esa la razón por la que los desmanes del "lobby cubano" no son atribuibles a los cubanos, sino al orden establecido en Estados Unidos, que podría desecharlo en cualquier momento, como tantas veces lo ha hecho con quienes le han servido y han dejado de serle útiles.
Diario GRANMA
06/04/2012.


Afortunados

POR: DAVID BROOKS

Los ricos están gozando más que nadie de la recuperación económica luego de la peor crisis desde la gran depresión; o sea, los mismos que la provocaron son los más beneficiados con el rescate de la destrucción que generaron.
Los más ricos de los más ricos son los que gozan más que todos. Unas 15 mil familias las que cuentan con ingresos promedio de 23,8 millones de dólares, vieron sus ingresos crecer 21,5 % en el 2010 (4,2 millones adicionales). Representan el 0,01 % más rico, y concentraron más de un tercio (37 %) del incremento de los ingresos en ese año de recuperación económica. Los integrantes del famoso 1 % tan identificado por el movimiento Ocupa Wall Street recaudaron 93 % del ingreso adicional creado en el país en el 2010 sobre el 2009, un total de 228 mil millones de dólares. El 1 % que goza de por lo menos 352 mil dólares en ingresos anuales y en promedio un millón y pico, tuvo un incremento en su ingreso del 11,6 % (106 mil adicionales).
El 99 % —o sea, todos los demás— se quedó con solo 7 % del ingreso adicional generado por la recuperación en el 2010; esto es, 80 dólares por persona.
Estos cálculos, de una investigación de los economistas franceses Thomas Piketty y Emmanuel Saez, que estudiaron los datos oficiales de tributo hacendario, y resumidos en un artículo de Steven Rattner en The New York Times, solo confirman lo que todos sienten a diario: este país hoy es de, para y por los ricos.
La economía creció 3 % en el último trimestre del 2011, reportó el gobierno la semana pasada, comparado con 1,8 % en el tercer trimestre del 2011. Pero, como sugieren las tendencias del 2010 —el año más reciente con cifras completas—, casi todo el tesoro adicional generado se sigue concentrando en el 1 % más rico.
Robert Reich, exsecretario del Trabajo, profesor e intelectual público, señala que las recuperaciones económicas recientes han beneficiado cada vez más a los más ricos. El 1 % obtuvo 45 % del crecimiento económico durante la presidencia de Bill Clinton en los 90, y 65 % durante los tiempos de su sucesor, George W. Bush. Ahora, con Barack Obama, obtiene 93 % del incremento en la generación de la riqueza nacional.
Reich señala que casi nadie más abajo del 10 % más rico registró una mejora en su ingreso y que, de hecho, la mayoría del 90 % de abajo hoy es más pobre. El ingreso ajustado promedio fue de 29 840 dólares anuales en el 2010, 127 menos que en el 2009 y casi 5 000 dólares menos que en el 2000. A la vez, las prestaciones otorgadas por patrones también están en declive; menos trabajadores gozan de seguro de salud y planes de jubilación de sus empresas.
Y por supuesto los ricos son los inversionistas más grandes, y resulta que la bolsa de valores tuvo un incremento de billón y medio solo en el último trimestre del 2011, mientras los del 90 % tienen casi siempre sus casas como el mayor de sus bienes, pero el valor de sus inmuebles se ha desplomado más de un tercio desde el 2006.
Peor aún: no solo los incrementos en ingresos se han concentrado, sino que ha habido un traslado masivo de abajo hacia arriba. Andrew Hacker reporta en la New York Review of Books que, según sus cálculos basados en el censo oficial, desde 1985 el 60 % de la población de abajo ha perdido cuatro billones de dólares, la mayoría de los cuales se han trasladado al 5 % más rico. No es casualidad que Estados Unidos sea en este momento tal vez el país avanzado más desigual del mundo.
A pesar de todo, los republicanos en el Congreso y sus precandidatos presidenciales favorecen hacer aún más marcado este desequilibrio entre el 1 y el 99 % al presentar propuestas para reducir aún más los impuestos sobre los más ricos y reducir cada vez más los servicios públicos de salud, educación y empleo para las grandes mayorías. Por su parte, el gobierno de Obama anuncia cada día el gran éxito de sus políticas económicas evidente en la recuperación, pero, por supuesto, no menciona que benefician casi exclusivamente a los más ricos.
Todo esto en medio de un ciclo electoral donde la economía es el tema que determinará casi todo. Con ello, el gran debate es entre las políticas económicas que benefician a los más ricos con Obama y las de republicanos que dicen que los ricos se deben beneficiar aún más.
La batalla electoral, por cierto, es financiada por los más ricos. El gasto de agrupaciones independientes en las elecciones se ha incrementado más de 108 % en lo que va de este ciclo comparado con los niveles en el 2008. Todos esperan que la inversión de los ricos en esta elección será la mayor jamás ocurrida (recientemente unos donantes acaudalados se comprometieron a invertir 100 millones para derrotar a Obama). A través de nuevas entidades conocidas como Súper PAC, los ricos pueden donar cantidades sin límites para favorecer a un partido o un candidato, siempre que la entidad no coordine sus esfuerzos con una campaña electoral. En el 2011 los Súper PAC recaudaron 62 millones; la mitad de este total provino solo de 22 donantes.
Las políticas que han transformado la economía y a la sociedad en este país a favor de los más ricos ahora se aplican a la política. En el transcurso de las últimas décadas, el poder del dinero concentrado ha subvertido a las profesiones, destruido a los pequeños inversionistas, destruido al Estado regulador, corrompido en masa a legisladores y exprimido repetidamente a la economía. Ahora ha venido por nuestra democracia, afirma Thomas Frank en un artículo en Harper’s, donde detalla cómo los ricos ahora son los que seleccionan a los candidatos presidenciales en Estados Unidos.
Es cada vez más difícil describir este país como una democracia, a menos que los ricos sean el demos mientras todos los demás solo tienen la opción de comprar boletos de lotería para poder ingresar al 1 % y, con ello, ser admitidos a participar en determinar el destino de su país. La democracia aparentemente no es gratuita.
(Tomado de La Jornada, de México)

Debe utilizarse prontamente cualquier medio concebible para debilitar la vida económica de Cuba



Según documentos desclasificados del Gobierno de los Estados Unidos, el 6 de abril de 1960, Lester D. Mallory, subsecretario adjunto de Estado para los Asuntos Interamericanos, puntualizaba en un memorándum a Roy R. Rubottom Jr., entonces subsecretario de Estado para Asuntos Interamericanos, el objetivo de las sanciones económicas a aplicar contra la Revolución cubana:
" La mayoría de los cubanos apoya a Castro. No hay oposición política eficaz [... ]. El único medio posible para aniquilar el apoyo interno [al régimen] es provocar el desencanto y el desaliento por la insatisfacción económica y la penuria [... ]. Se deben emplear rápidamente todos los medios posibles para debilitar la vida económica de Cuba [... ]. Una medida que podría tener un fuerte impacto sería negar todo financiamiento o envío a Cuba, lo que reduciría los ingresos monetarios y los salarios reales y provocaría el hambre, la desesperación y el derrocamiento del gobierno".
Esa intención claramente genocida, expuesta del modo más impúdico, es la que aún se mantiene vigente. Casi nada ha cambiado durante más de 50 años. Mucho menos el cinismo con que las administraciones han otorgado vía libre para llevar adelante la guerra económica contra el pueblo cubano, como hizo entonces Roy R. Rubottom Jr., subsecretario de Estado para Asuntos Interamericanos, cuando al margen del memorándum estampó esta lacónica respuesta: "Yes."


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